Noviembre 2006 No. 6
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Presentación La historia de las luchas de los trabajadores mexicanos y entre ellos los universitarios han imantado la atención en las últimas cuatro décadas de analistas, sociólogos y politólogos y de estudiosos en general sobre su muy diversa problemática; también le han abordado, en sus distintos aspectos, (organizativos, por su estructura y formas de gobierno, prácticas cotidianas, ideológicas, culturales etcétera), los directamente involucrados, comenzando por los dirigentes o miembros de los diversos niveles de gobierno o administración de dichos organismos laborales. Es verdad que abordar la problemática de los sindicatos en sus diversos aspectos, implica tomar en cuenta la preeminencia que haya adquirido la situación por la que transite dicho organismo laboral; el cual responde a un cierto nivel de desarrollo, afianzamiento e impulso en las luchas que emprendan. Por lo tanto el tema aquí esbozado, sobre la pretensión de legislar las relaciones laborales en la vida universitaria de la UNAM y por ende hacia otras instituciones de educación superior (por cierto no todas, como correctamente asentó El Doctor Néstor de Buen), en el famoso apartado “C", que iniciativa del rector Guillermo Soberón Acevedo, pretendía se legislara constitucionalmente. Para las nuevas generaciones de sindicalistas universitarios y laboristas en general, el recurrir a esos momentos álgidos para las agrupaciones laborales universitarias y sus trabajadores (académicos y administrativos), quizás resulte un tema añejo y lejano y hasta superado, pero consideramos conveniente recapitular el devenir de las luchas sindicales universitarias que de alguna forma inciden, marcan y hasta sellan, pensando de una manera multifactorial, en el presente actuar de los sindicatos de este sector. Ante los intentos por restringir los derechos y conquistas de los sindicatos universitarios de ese entonces, cuyas consecuencias hubieran sido fatales e involucionistas de lo alcanzado para esas fechas, si es que se hubieran aplicado las propuestas del doctor Soberón; los sindicalistas universitarios se dieron a la tarea, de argumentar y apuntalar su visión e intereses como parte esencial del conjunto de todos los trabajadores del país y a recurrir al uso de los medios y formas de acción como la movilización y solidaridad de todas las organizaciones sindicales. El sindicalismo universitario a mediados de la década de los setenta, recién emergido, se encontraba en franca efervescencia y creatividad. El saber participe de cómo se concebía a la organización laboral, su estructura, principios, demandas y los objetivos daban impulso a la creatividad. No nos equivocaremos al sostener que desde entonces se da una gran socialización en planteamientos, la discusión y análisis. Todo cala con la creatividad de la práctica. Tal vez por ello, por su gran movilidad e influencia hacia otras agrupaciones laborales, se intentó aplicarles el multicitado régimen de excepción para los trabajadores, manuales y de académicos, de los centros de enseñanza e investigación superior. Para comenzar tal como se expone en los textos aquí incluidos, en la propuesta de Soberón, no existía reconocimiento alguno a su calidad de trabajadores. Como bien lo asentó Evaristo Pérez Arreola, era un intento de ley laboral reaccionaria ya había contado anteriormente con otros intentos por hacer leyes o normas restrictivas para el sector; primero se intentó impedir la constitución de sindicatos y después desconocerlos o negarles el carácter de organización como defensa de los trabajadores. En los ensayos aquí expuestos se irá viendo el cómo se abordó la lucha contra el Apartado C. Rescatamos el pasado inmediato, históricamente, con la pretensión de reflexionar y sopesar ese devenir de las organizaciones y de sus trabajadores universitarios, teniendo en cuenta, quizás, de que con ello se pueda dar pábulo a analizarle como parte de la memoria del sindicalismo universitario. Es conveniente notar también, que con motivo de este enfrentamiento público, a través de esas audiencias en las instancias gubernamentales y en los medios masivos de comunicación, así como la movilización en plazas y calles de distintas ciudades, aunque destacadamente en la capital del país, surgieron algunos problemas aparentemente colaterales, que si se les ve con cierta atención, serán punto de disputa o de reflexión, unos añejos y otros de factura reciente; salía a colación la crisis universitaria, la masificación, la autonomía universitaria y la relación con el Estado, los fines de la educación y la ciencia, el papel y ámbito de lo académico, el rol y ámbito de los órganos de control y sujeción laboral, a través de si era conveniente el registro de los organismos laborales universitarios o no, la constitución de sindicatos diferenciales, el tema de la llamada comunidad. En fin, repetimos, como consecuencia de una ley restrictiva como lo era sin duda la del Apartado C, pulularon temas que iban más allá de la antidemocracia que prevalecía en la vida universitaria, el predominio inadmisible de la burocracia universitaria sobre lo académico y la investigación, entre otros. |
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