stunam-prensa
 

CUADERNOS DE EDUCACIÓN SINDICAL # 57

HISTORIA DEL ALUMBRADO PÚBLICO
EN LA CIUDAD DE MÉXICO

 
     

 

Secretario general: Agustín Rodríguez fuentes
Secretaria de Prensa y Propaganda: Guadalupe gamboa Ortiz
Elaboración de los cuadernos: armando Altamira gallardo
Diseño y formación: Gabriela Esther de dios López
Impresión: Nicolás Arnulfo Jiménez Galindo y pedro Arnulfo Jiménez delgadillo
Trabajo de apoyo: Gabriel caballero y Fidel Reza
Distribución gratuita
Editados por la secretaría de prensa y propaganda del STUNAM

Abril 1999

   

El trabajo que ahora emprendemos, para su estudio lo habremos de considerar en las siguientes fases Primera.- Concepto jurídico - administrativo de servicio público ya que el tema que no Ocupa o sea el del alumbrado queda bien ubicado dentro de esa Categoría, su definición, sus características.

Segunda. Evolución histórica desde su aparición en la época precortesiana hasta el periodo de la Conquista tercera.- Durante el tiempo de la colonia hasta la época del segundo conde de Revillagigedo en la que va se establece un alumbrado a base de aceite de ajonjolí y nabo.

Cuarta.- En la etapa del referido Conde de Revillagigedo hasta la época en que se instaura el alumbrado a base de gas llamado hidrógeno.

Quinta- De la época del alumbrado de gas hidrógeno hasta los inicios del empleo de la energía eléctrica en el año de 1898 y Sexta.- Que comprendería desde la fecha en que la Ciudad de México empezó a recibir la energía eléctrica ( año de 1905 ) hasta nuestros días.
Primera.- Siempre resultará interesante conocer o tener unos antecedentes de la evolución que han sufrido los servicios públicos que prestan las autoridades a la comunidad, todos ellos a cambio desde luego del pago de los impuestos.

La cuestión del alumbrado queda situada dentro de la nación de ‘Servicio público y en tales condiciones corresponderá al Derecho Administrativo proporcionarnos a ese respecto los elementos indispensables para tener un concepto, una idea, de lo que debe entenderse como ‘‘servicio público’’, sus elementos sus características. etc. (Una vez, que quede establecido. habremos de agotar nuestro tema, haciendo una referencia histórica del mismo lo que nos acarreará resultados de suma importancia). Como una necesidad especial para regular las relaciones entre el Estado y los particulares nace el Derecho Administrativo, y que tratándose de relaciones entre personas desiguales, una de ellas con voluntad superior a la de los individuos, que es a lo que se puede llamar soberanía o poder público, resultaría inadecuada la aplicación del Derecho Privado que es el que regula relaciones entre personas con voluntades iguales. Todo esto nos viene a dar un criterio para distinguir los diversos actos que realiza el Estado separándolos en dos categorías actos de autoridad y actos de gestión, admitiendo en esa forma que el Estado actúa en unos casos dictando órdenes. Prohibiciones, reglamentaciones, etc., es decir imponiendo unilateralmente su voluntad, tanto que en otras situaciones actúa a nivel particular como podría ser el caso de administración de su patrimonio.

De ahí que se considere al Derecho Administrativo como una disciplina cuyo campo de aplicación es la realización de actos de autoridad y que al Derecho Privado se deja únicamente la regulación de los actos de gestión. Esta teoría ha sido abandonada en su totalidad por las grandes objeciones que se han esgrimido en su contra. Ahora bien, en sustitución de ella se ha venido creando por un sector limitado de la Doctrina Francesa la teoría del “servicio público” como justificación y limite del Derecho Administrativo. Con ella se pretende negar las supuestas de soberanía y de poder público y afirmar que lo único que existe en el Estado son individuos gobernantes con deseo de servicio a la causa de la solidaridad social. Así algunos tratadistas consideran al ‘servicio público” como la piedra angular del Derecho Administrativo.

Estas consideraciones en la actualidad resultan insostenibles, ya que el Estado dentro de sus actividades las realiza de dos formas una dando órdenes y la otra prestando servicios actividades que desde luego no son fácilmente confundibles, ya que el dictar órdenes implica acarreo de problemas de carácter legal y la prestación de servicios origina fundamentalmente problemas económicos y de eficiencia y en tanto que la primera puede ser discontinua, la segunda es esencialmente regular y continua por consecuencia cada una de ellas requiere de un régimen jurídico especial y diferente. Ahora bien no todas las actividades que realiza el Estado puede llamárseles ‘servicio público”, ya que los particulares también están en condiciones de prestarlos, como tampoco se puede decir que el Estado se convierta en un monopolizador en la satisfacción de las necesidades colectivas Así por ejemplo tenemos que mientras en algunos países la dotación de agua potable, los servicios de luz, alumbrado, transportes, teléfonos, etc. se encuentran manejados por empresas privadas, en otros se han transformado en servicios estatales.

En tales condiciones estamos en aptitud de ofrecer una idea de lo que puede considerarse como “servicio público.’’ Podemos decir entonces que es una actividad cuyo cumplimiento debe ser asegurado, regulado controlado por las personas que detentan el poder ya que se hace indispensable para la interdependencia social y es tal su naturaleza que únicamente puede ser realizada en su totalidad mediante el auxilio de la fuerza del Estado. Los’ servicios públicos” tienden siempre a la satisfacción de necesidades colectivas permanentes y estas pueden ser de diversa índole: materiales, económicas y culturales.

Las características que debe reunir todo “servicio público” son:
1.- Adaptación o sea que la prestación debe adecuarse a la necesidad que se esta tratando de satisfacer

2.- continuidad y regularidad es decir que por naturaleza de las necesidades la prestación no puede ser interrumpida ni variar en su contenido, salvo casos excepcionales y tendiente siempre a ser más efectivo a la prestación y

3.- Igualdad ó sea que el ‘servicio público” sea el mismo para todos los congéneres que se encuentren en identidad de condiciones. Pero se vuelve a insistir finalmente que en la prestación del servicio no sólo puede actuar el Estado sino también los particulares simultáneamente.

Segunda.- Una vez que ha quedado agotada la cuestión de”servicio público” entraremos ahora al análisis histórico de la evolución del alumbrado. Así tenemos que en la época precortesiana los habitantes de la gran Tenochititlán tenían como combustibles más usuales a la rajas de ocote y otra madera resinosa, quemaban el copal que es otra resma y las llamas que se producían servían de luz artificial. Colocaban en las paredes de sus casas, antorchas de ocote para indicar sus domicilios. Refiere Torquemada en la “Monarquía Indiana” que en la época de Motecuhsoma su policía era tan escrupulosa en la limpieza de la ciudad, que por lo menos en cada calle andaban mil hombres haciendo la limpieza de las mismas y que por las noches grandes braceros de fuego las alumbraban y el caso es que de día y de noche existía gran vigilancia.

Las calles también las alumbraban con luminarias que colocaban en las bocacalles pudiéndose afirmar que ni en Europa por esa época se podía contar con una situación así.

Ya en el periodo de la colonia las cosas cambiaron radicalmente, así tenemos durante el primer siglo de dominación ni las autoridades ni los vecino se preocuparon por remediar tal situación y no fue sino hasta fines del siglo XVIII con el gobierno del 2o. Conde de Revillavigedo en que la ciudad de México dejo de vivir en la completa obscuridad.

En esta época y el 23 de septiembre de l763 el cuadragésimo cuarto virrey de la Nueva España Don Joaquín Monserrat, marqués de Cruillas, expide un bando ordenando que las personas coloquen una luz dentro de un farol en las balcones o ventanas de sus casas todas las noches desde las oraciones hasta después de la queda (diez de la noche) para que de ésta manera se observe más ó menos uniformemente iluminadas las calles evitándose insultos, pecados, asaltos, etc.

El virrey don Matías de Gálvez por bando de fecha 6 de noviembre de 1783, se propuso reglamentar el alumbrado por medio de la instalación de faroles y en virtud de que dicha persona expirara, el referido bando fue publicado hasta el 29 de enero de 1785. El mismo establecía un plazo de cuatro meses a partir de esa fecha para que todas las personas que vivieran con comodidades, colocaran faroles uniformes tomándose como ejemplo las calles de Don Juan Manuel y San Agustín.

Con ello no se obtuvo un buen resultado, toda vez que únicamente quedaban iluminadas el Palacio y algunas calles, viéndose por parte de las autoridades de intervenir más directamente para poder dar solución al problema. Así tenemos que por el año de 1787 el 13 de febrero la Real Audiencia establece que la iluminación deberá ser desde el toque de la oración, hasta la media noche desde dos días después de la luna llena hasta el sexto del cuarto creciente.

Tercera.- Podemos decir que no fue sino hasta el año de 1789 el 17 de octubre cuando tomara posesión el quincuagésimo segundo virrey de la Nueva España Don Juan Vicente de Guemes Pacheco de Padilla Horcasitas y Aguayo, segundo Conde de Revillagigedo cuando quedó establecido el servicio de alumbrado. Se preocupo por mejorar en todas sus aspectos la ciudad y para el año de 1790 el 7 de abril, formula un reglamento que vendría a regular el funcionamiento del alumbrado de las calles de México, constituyendo una oficina integrada por un guarda mayor, un ayudante y guardafaroleros haciéndolos responsables de cualquier rotura en el material y en caso de que fuese un extraño el autor del deterioro se haría necesaria su aprehensión. Estas personas estaban equipadas de un chuzo, un silbato, una linterna, alcuza, paños y una escalera.

Sus funciones consistirían en efectuar rondas nocturnas por las calles, anunciar la hora y el tiempo, si había algún peligro o todo estaba sereno de ahí que se les diera el nombre de ‘serenos’’. Para la atención del alumbrado el virrey entregó la suma de veinte mil pesos al tribunal del Consulado para la Junta de Policía, cantidad que debía guardarse en un arca provista de tres llaves. Con la cantidad señalada se iniciaron los trabajos eligiéndose candilejas, faroles, pies de gallo. Contratándose con el mejor postor en almoneda pública y previos los pregones de la ley. A los faroles utilizados se les ponía aceite de nabo o de ajonjolí como los que se utilizaban para el alumbrado de las Plazuelas de la Santísima trinidad y en el molino de la esquina del Callejón del Cautivo frente a los Arcos de Belén.

Durante esta época se efectuó un censo mediante el cual obtuviéronse los siguientes resultados; La República Mexicana con casi cuatro millones y medio de habitantes: la capital con ciento doce mil personas contando con 355 calles, 146 callejones. 12 barrios y 90 plazas y plazuelas. Galindo y Villa nos dice que el alumbrado instalado por Revillagigedo constaba de 112 faroles de vidrio con lámparas de hojas de lata. El mantenimiento de dicho alumbrado importaba la cantidad de $35.429,00 más seis reales contando con noventa y tres “serenos”. En virtud de que en dichas funciones no tenían injerencia los particulares, queda así establecido un servicio publico a cargo de las autoridades. De tal forma que en esa época y por el año de 1780 las únicas calles que contaban con un alumbrado uniforme y regular pues corría a cargo de los particulares, fueron las de Don Juan Manuel y San Agustín como ya se había expresado con anterioridad, pues debido apatía de la demás ciudadanía, los intentos por que la capital contara con un alumbrado más o menos en forma, habían fracasado como las disposiciones que se habían dictado para tal efecto. Y en tales condiciones si durante el día la ciudad contaba con cierta animación, al caer la noche se sumergía en un sopor de penumbras, misterio y muerte, ya que a falta de alumbrado público, los comerciantes tenían la obligación de colocar farolillos a las puertas de sus negociaciones, en los barrios ardía una que otra fogata, Los asesinatos eran más frecuentes en personas de ciudadanos que se hallaban rezagados después del toque de queda. Así el Barón de Humboldt escribía comentando la época en que la ciudad de México era notable ya que contaba con muy buena policía, tenía aceras muy anchas, calles muy limpias y bien iluminadas. Mediante el bando de 26 de noviembre de 1790 se empezaría a cobrar un impuesto de tres reales sobre cada carga de harina a partir del día 10 de diciembre para poder establecer el alumbrado en todas las calles y para el año siguiente ya lo encontraban hasta en los arrabales. las zonas iluminadas comprendían los puentes adentro y estaba delimitada en la siguiente forma: Puente del Clérigo, de la Misericordia. del Zacate, de la Mariscala, Parroquia de Salto del Agua. Puente de San Pablo. San Sebastián, espaldas del Carmen. Plaza de Tenexpa. Al margen de esta zona se colocaron en línea unos faroles de San Francisco a la Acordada, de la Mariscala a San Fernando, de Santo Domingo a Peralvillo, del Rastro a San Antonio, toda la Calle de Victoria hasta el Paseo Nuevo y finalmente uno o dos faroles en la garita de la Piedad, haciendo un total de doscientas calles poco más o menos. Se continuaba empleando el sistema de lámparas de aceite que aunque deficiente constituía el aprovechamiento del producto industrial y comercial de aquella época.

En tales circunstancias se puede decir que la evolución ye avance a ese respecto fue muy relativo. Sin embargo si nos apegamos a los números podemos notar que si en el año de 1799 la capital contaba con 1166 luces comparadas con las instaladas al inaugurarse el alumbrado en 1791, se puede notar un aumento de 87 luces.

En los albores de la Independencia y en una época posterior a ella no operó ningún cambio ya que el problema había quedado estático, hasta llegar al establecimiento del alumbrado de gas el que fue sustituido por la luz eléctrica que hoy ilumina toda la capital.

Cuarta.- Así se puede decir que en 1830 no faltó una persona (Sr. Vicente Rocafuerte) que propusiera el establecimiento de ese alumbrado de gas lo que vino a cristalizar realmente hasta finales del año de 1867 época de la Restauración de la República, para extinguirse por el año de 1898.

El 22 de marzo de 1846 el industrial de origen guatemalteco Don Francisco Arbeu, propuso al Ayuntamiento la introducción del alumbrado de gas comprometiéndose a hacerlo en un periodo de dos años. Habiéndole contestado la Asamblea Departamental el 10 de julio del mismo año en sentido aprobatorio. Se iba a iluminar con gas una parte de la ciudad. Con dicho proyecto se pudo apenas abarcar el Teatro Nacional o de Santa Ana construido por él y Don Lorenzo de la Hidalga.

Posteriormente surge una controversia entre el gobernador del Distrito y el Ayuntamiento, disputándose el derecho de administrar el ramo municipal de alumbrado, llevándose a dirimir dicho litigio hasta la Suprema Corte de Justicia. Por esa época iluminaban la ciudad 1512 lámparas. De nueva cuenta en el año de 1848 se propuso el empleo del gas o liquido de trementina y el uso de lámparas especiales para dicho efecto. En y virtud de que se demostró que el uso de la trementina para el al timbrado producía una luz más blanca más intensa que la producida por el aceite, las comisiones de Hacienda y Alumbrado con fecha 22 de mayo de 1848, formularon contrato con los autores de un proyecto que tal se proponían, señores Green Baggally y Arbeu, con la obligación por su parte. de enseñar el manejo y el encendido de las lámparas. así como revelar la manera de obtención del líquido que no era más que esencia de trementina. Dicho contrato se concertaría por cinco años, rescindible por el ayuntamiento en un momento dado. Aunque se iniciaron con mucho entusiasmo los trabajos contratados, estos quedaron estancados y nunca se concluyeron. Como referencia bibliográfica podemos indicar que aquí en el Archivo Histórico de la Ciudad de México encontramos 23 volúmenes relativos al ramo municipal de alumbrado que comprenden de los años de 1777 a 1921 (vol, del 345 al 366) y el vol. 588 de los años 1903- 1911, entre los que encontramos documentos de suma validez. como es el caso de la minuta relativa a un convenio celebrado entre el Ayuntamiento de la Ciudad y los señores Bablat y Napheggy relativo a un convenio de l0 de enero de 1857 por el que se obligan al establecimiento del alumbrado de gas en esta ciudad de México. que ya ante el gobierno de Don Ignacio Comonfort pretendían que se les reconociera y respetara a su favor, un anterior decreto del general Santa Anna de fecha 23 de febrero de 1855, por el que se les otorgaba la concesión de establecer la referida iluminación a base de gas hidrógeno en las calles y plazuelas que comprendían un cuadrilongo de Norte a Sur desde la segunda calle del Indio Triste hasta las bajas de Balbuena y de Este a Oeste en dos líneas tiradas desde la Calle de Monte Alegre a la plazuela de San Fernando y desde la calle de Balbuena hasta el Paseo de Bucareli.

Una vez que los empresarios recibieron las primeras cantidades de dinero estipuladas en el convenio -concesión, iniciáronse rápidamente los trabajos consignados en el mismo, procediendo a iluminar desde luego las calles de Plateros y su prolongación San Francisco, inaugurándose dicho alumbrado de gas el día del onomástico del Presidente Comonfort el 31 de julio de 1857. El señor (Gabor Napheggv un miembro de la empresa. fue premiado por parte de la Presidencia con un anillo de brillantes y por parte del Ayuntamiento se le otorgó una medalla de oro alusiva a los servicios prestados. No obstante que dicho sistema en principio dejó mucho que desear, las obras continuaron su curso y mucha ciudadanía no estuvo de acuerdo con la administración del servicio al público ni con el servicio doméstico. En el año de 1859 se dieron por concluidos los trabajos respectivos y para 1861 lugares apartados empezaron a disfrutar de la iluminación por gas como aconteció con los callejones de la Garrapata y del Cacahuatal.

Ya en la época de la Intervención francesa igualmente los trabajos correspondientes quedaron suspendidos, toda vez que los grupos de ciudadanos patriotas defendían hasta con su propia vida el territorio nacional invadido y es bien sabido que otro grupo traidor había ido a Europa por Maximiliano de Habsburgo, estableciéndose un reinado efímero en la República Mexicana, el cual tuvo un epílogo trágico en el Cerro de las Campanas de la Ciudad de Querétaro.

No obstante todo ello parece ser que es al señor Don Samuel B. Knight, secretario de la Cía. Mexicana de Gas a quién cabe la satisfacción de haber introducido el alumbrado de gas a la Ciudad de México, pues había firmado contrato con la Corporación Municipal en mayo 16 de 1868. Dicha persona cumplió fielmente con lo pactado y parecía que ya la ciudad contaba con una iluminación como cualquier ciudad europea aún cuando mediaran de diferencia casi cincuenta años.

Así se puede observar que con demasiado júbilo los habitantes de la capital recibían la Navidad de 1870 y por primera ocasión la Plaza de la Constitución aparece majestuosamente iluminada con alumbrado de gas hidrógeno, todo ello reportaba sin lugar a dudas mayor seguridad y comodidad para poder caminar por las noches sin ningún temor.

Para el año siguiente o sea 1871 ya también el famoso barrio de Tepito tuvo el privilegio de contar con dicho alumbrado extendiéndose hasta el Puente de Chirivíto, así como también la Plazuela de la Florida, el Callejón de Cantaritos, Técpa de Tlatelolco, Libertad y Callejón del Carmen.

El alumbrado de la Alameda Fue inaugurado a las seis de la tarde del día 23 de noviembre de 1875 por el Presidente de la República Don Sebastián Lerdo de Tejada, organizándose para ello una alegre jamaica lo que motivó que los vecinos de los lugares adyacentes adornaran fastuosamente las fachadas de sus propiedades. De esta manera fue desplazándose el alumbrado a base de aceite de ajonjolí, trementina ó de nabo con mezcal, sustituyéndolo paulatinamente por el de gas, así como tan bien fueron quedando desplazados los tradicionales ‘faroleros” y ‘serenos”. Entre los años de1876 a l878, fueron numerosas las calles que empezaron a disfrutar de este servicio de alumbrado, así tenemos calles, callejones, plazas, Plazuelas, etc. como por ejemplo PeralvilIo, Plaza de la Candelaria de los Patos, San Ciprian, Callejón de Rivero. A los inicios del año de 1877 la ciudad contaba con 1844 bombillas de luz de gas hidrógeno diseminadas tanto en el centro de la ciudad como en zonas alejadas del primer cuadro. Para el año de 1878 ya disfrutaban de esta iluminación el Puente del Rosario, Cuadrante de la Santa Cruz, de la Soledad Santa Escuela, Callejón del Vinagre, Callejón del Marquesote, Callejón del Limón. También se ofreció este servicio a las siguientes calles: Salto del Agua Estación Belén, Plazuela de San Lucas. Plazuela del San Pablo, San Sebastián Callejón del Carrizo, Estanco de Mujeres, Estanco de hombres, Puente de la Miseria San Felipe de Jesús, Berdeja, Garita de Vallejo y Niño perdido.

Quinta.- Se puede señalar corno primer intento para alumbrar a la Ciudad de México de luz, eléctrica, la propuesta que hiciera el señor Alfredo B. Westrup de Venderle al gobierno del Distrito Federal el día 17 de enero de 1879, una máquina dínamo eléctrica inventada en Inglaterra capaz de iluminar al mismo tiempo la Plaza de Arenas y las Casas Consistoriales con 25 focos equivalentes a 480 velas. Da por resultado que la misma persona (Don Samuel B. Knight) que se había comprometido a introducir en el alumbrado el gas hidrógeno para la iluminación de la Ciudad de México ahora en el año le 1881, pretendía imponer la innovación del alumbrado eléctrico toda vez que ya también había viajado a Europa, venía representando a la firma “Brush” y había observado que el uso del gas pronto llegaría a su fin.
La Compañía de Gas de México cambia su denominación social a parir del 1o. de julio de 1883 por el de Compañia de Gas y Alumbrado Eléctrico. El uso del gas para iluminar tuvo una duración de treinta años y desaparece la noche del 13 de febrero de 1898. En tal virtud los señores Siemens and Halske empezaron a proporcionar el servicio de alumbrado en sustitución de aquella. Lo que significaba entonces que durante esta época (1881- 1890) fueron empleados simultáneamente hasta cinco sistemas de alumbrado en la ciudad que se distribuyeron clon del centro a la periferia: la luz eléctrica, el gas, la solarína la trementina y el aceite. En esta época es inaugurada la vía férrea que comunicaba la Ciudad de México con la todas la todavía alejada Tacubaya; se instalan las primeras lámparas de arco durante el régimen porfirista; Crea el Ayuntamiento la “inspección del Alumbrado Público” con funciones de vigiar el cumplimiento de los contratos y otras atenciones del servicio de alumbrado. Quedó integrada por un primer, un segundo y un tercer inspectores y un escribiente.

De los años de 1879 a 1894 fueron varias la firmas las personas que pretendieron introducir la innovación en el al alumbrado y los trabajos de electrificación continuaron a un ritmo acelerado, de tal manera que ya la ciudad aparecía iluminada de oriente a poniente de San Lázaro a la Colonia de los Arquitectos (hoy San Rafael) de sur a norte de la Calle de Matadero (hoy Fray Servando Teresa de Mier) hasta la Plazuela de Santiago Tlatelolco.

En virtud de que la ciudad tendía a crecer, como era natural, fueron apareciendo nuevas colonias como la Guerrero. Santa María la Rivera, San Rafael. de la Balsa o Morelos, Maza, Ampliación Morelos y Rastro, el Ayuntamiento se vio en la necesidad de lanzar una convocatoria a fin de que las personas que pudieran, procedieran a electrificarlas, mostrando desde luego y previamente solvencia económica y capacidad de equipo para proceder a efectuar dichos trabajos.

La firma Siemens y Halske de Alemania en el año de 1897 propuso al Ayuntamiento la electrificación de todo el centro de la ciudad mediante un cableado subterráneo que ya constituía otra innovación, lo que fue aceptado iniciándose los trabajos en las Calles de Tacaba, San Andrés y Santa Clara. Como datos importantes que se pueden consignar diremos que para el año de 1902 se constituye la Mexican Light and Power Company ó sea Compañía Mexicana de Luz y Fuerza con matriz en Canadá, quién por primera vez y aprovechando la caída del agua del Salto de Necaxa en el Estado de Puebla, pretende la instalación de una planta hidroeléctrica.

Sexta.- Gracias a todo ello y para año de 1905 en que se terminaron dichos trabajos, la Ciudad de México empezó a recibir luz, hidroeléctrica utilizando lámparas incandescentes de Edison y procediéndose de igual manera a electrificar las colonias de reciente creación como la Roma, la Condesa, Hipódromo, Peralvillo, Balbuena y algunas otras más. De esta manera poco a poco los anteriores sistemas fueron sustituidos por el eléctrico hasta en los barrios bajos.

Como un dato curioso e importante podemos consignar que en el año de 1903 el 2 de junio, el acaudalado hombre de negocios Don Ernesto Pugibet importo de Europa un aparato de cine y previo permiso que solicitara de las autoridades correspondientes, pretendió darlo a conocer mediante una función pública. En virtud de que no fue otorgado el permiso a dicha persona, privando a los vecinos del privilegio de conocer el descubrimiento de los hermanos lumiere, seis años después y en las Calles de Madero en el Palacio de la Borda puede decirse que queda establecido formalmente en la Ciudad de México la primera sala cinematográfica denominada ‘‘Salón Rojo’’. La Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz S. A. monopoliza la prestación de este servicio en el año de 1906 ya que con un año de anterioridad se fusiona con otras empresas y celebra contrato con las autoridades municipales de exclusividad.

Llegamos a las fiestas del Centenario, época porfirista priva la ostentosidad ya que dicho régimen pretende aparentar ante sus invitados internacionales un estado de abundancia, fueron iluminadas profusamente las calles principales, aunque en los barrios apartados reinara la más profunda oscuridad.

Estamos en la etapa revolucionaria a finales de 1910 en la que se detuvieron las inversiones al aumento del alumbrado.

Las autoridades municipales sufrían crisis económicas que las tuvieron al borde de la banca rota. Adeudaban a la Compañía por ministración de energía eléctrica allá por el año de 1917 casi dos millones de pesos cantidad que fue en aumento por el año de 1921 hasta cuatro millones y medio. Para colmo de males el agua almacenada en la Presa Necaxa había llegado en ese año a su nivel más bajo, por lo que se sucedieron desde entonces los llamados “apagones’, de tal manera que ante la falta de energía las autoridades viéronse en la necesidad de regular el suministro de la energía señalando una hora de encendido y apagado.

En virtud de que la circulación de vehículos había ido en aumento considerablemente, el municipio se vio en la necesidad de instalar los primeros semáforos que vinieran a regular esta situación, todo ello sucedía allá por el año de 1923.

En el año de 1929 las municipalidades de México, Mixcoac. Tacubaya y otras desaparecen y al frente del Distrito Federal queda un Jefe de Departamento, las municipalidades foráneas tórnanse en delegaciones políticas y así el alumbrado queda a cargo de un sólo mando para poder prestar mejor servicio a la comunidad.

En el régimen del general Abelardo L. Rodríguez se decreta la creación de una Industria Eléctrica es el año de 1933 proyecto que no llega a cristalizar hasta el año de 1937 época del gobierno del general Lázaro Cárdenas quién le da vida a la Comisión Federal de Electricidad siendo su primer director el ingeniero Carlos Ramírez Ulloa. Dicha institución inicia sus trabajos en provincia sin atreverse a tocar a la poderosa Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. quién disfruta un contrato por noventa siete años.

De los años de 1940 a 1946 la ciudad vuelve a crecer considerablemente, de tal manera que de lo que fue la municipalidad de México, surgen cuarenta y cuatro colonias entre las que podemos señalar a la Chapultepec — Morales, Reforma — Polanco, Felipe Pescador, Moctezuma, Francisco Villa, Artes Gráficas, Guadalupe Victoria, Primero de Mayo, Álvaro Obregón, etcétera.

La erogación anual que tuvo que efectuar el Departamento para dotar de servicio a dichas colonias y mantener el que ya tenían fue de un millón de pesos.

Por lo que respecta a los anuncios luminosos estos se propagaron por los años de 1946 a 1952 aún cuando se dice que su aparición data del año de 1913. Por el año de1950 la capital consumía en fluido eléctrico 138 millones de KWH en servicios públicos, 81.5 millones en servicio doméstico. 134.5 en servicio comercial 681.2 para el renglón industrial. El gobierno del Distrito Federal pagó por servicio de alumbrado la suma de $ 6,741.792.00. Al inicio de 1952 se contaba con 35 mil lámparas incandescentes en doce años se elevó a 151.887 de las cuales fueron 81,390 mercuriales y fluorescentes y 35.507 incandescentes localizadas en lugares apartados del centro, los gobiernos que se sucedieron en el Distrito Federal de los años de 1952 a 1966 dieron servicio de electrificación a calles, calzadas y avenidas en una cantidad total de 1370 kilómetros lineales.

La nacionalización de la industria eléctrica se efectuó en el régimen del licenciado Adolfo López Mateos, dando por concluido de esta manera el monopolio de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, S.A. encontrándose a un cuarto de siglo de su liquidación que aún no concluye.

Las autoridades que hemos tenido en el Departamento del Distrito Federal en una etapa de diez años hasta llegar a la jefatura del profesor Hank González, se han preocupado sobremanera del problema del alumbrado y le han pretendido dar una solución eficiente.

El aumento considerable de la población capitalina ha dado origen a una reforma administrativa: la descentralización obteniéndose por resultado la división del Distrito Federal en diez y seis delegaciones políticas, esta tuvo lugar allá por el año de 1970. Desde aquella época se ha venido cambiando el alumbrado público en diversas colonias de incandescente a mercurial y de este a sodio.

En la Unidad Nonoalco - Tlatelolco ha operado el cambio de la iluminación mercurial al sistema de vapor de sodio lo que aconteció por el año de 1978, extendiéndose esta innovación a las colonias San Rafael y Cuauhtémoc y posteriormente a la Santa María la Ribera y también por el rumbo de la Lagunilla.

Concretando y para finalizar después de todo lo aquí consignado estamos en aptitud de emitir una opinión muy personal a este respecto diciendo: Resulta admirable y a la vez interesante el haber conocido la evolución que ha sufrido al través del tiempo este servicio público que es el alumbrado.

Han tenido que transcurrir siglos para llegar a la luz mercurial y a la de vapor de sodio de las que ahora disfruta la sociedad actual, desde las humildes y modestas rajas de ocote que utilizaron nuestros ancestros para la satisfacción de sus necesidades.

Es increíble y asombroso a la vez, el avance que se ha obtenido a este respecto y ello no lo podemos hacer limitativo al tema que nos ocupó en esta ocasión, sino que lo habremos de referir a las actividades en las que ha tenido intervención en todas los tiempos la humanidad entera.

Para la elaboración de este trabajo se consultaron: Derecho Administrativo de Gabino Fraga; Nociones Elementales de Derecho Administrativo de Vera Rivera; Alumbrado de la Ciudad de México de Emilio Carranza Castellanos: Un folleto publicado por la Delegación Venustiano Carranza relativo al tema que nos ocupó y el Boletín Municipal Vol. 1 del año de 1901.