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CUADERNOS DE EDUCACIÓN SINDICAL # 40

MAQUIAVELO, EL CENTAURO; EL PODER EN “EL PRINCIPE”

 
   

 

Secretario General: Nicolás Olivos Cuéllar
Secretario de Prensa y Propaganda: Alberto Pulido Aranda
Elaboración de los Cuadernos: Alberto Pulido A., Agustín Castillo l., Armando Altamira G., Esperanza Paredes, Ángel Granados, Antonio Muñoz
Ángel Alvarado (Tipografía)
Gustavo Godínez (Diseño)
Mecanografía: Amparo Flores Almazán.
Arnulfo Jiménez (Impresión).
Trabajo de Apoyo: Gabriel Caballero y Fidel Reza


Distribución Gratuita
Editados por la Secretaría de Prensa y Propaganda del STUNAM
Marzo de 1993.

   
     

 

A María del Rocío

Hay dos maneras de combatir: una, con las leyes; otra, con la fuerza. La primera es distintiva del hombre; la segunda, de la bestia... Un príncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como hombre... Lo cual significa que, como el preceptor (el centauro Quirón) es mitad bestia y mitad hombre, un príncipe debe saber emplear las cualidades de ambas naturalezas.

Ya que se ve obligado a comportarse como bestia, conviene que el príncipe se transforme en zorro yen león,... zorro para conocer las trampas y león para espantar a los lobos.

Nicolás Maquiavelo nació en Florencia, Italia, el 3 de mayo de 1469, y murió el 21 de junio de 1527. Sus restos reposan en la iglesia de Santa Croce, muy cerca del cenotafio de Dante Alighieri, y entre los mausoleos de Miguel Ángel Y Galileo Galilei.

De acuerdo con Alison Brown, investigador de la Universidad de Londres, la vida de Maquiavelo pasó por tres importantes periodos: 1. 1469-1498: Sus primeros años los pasó en Florencia bajo el dominio de Lorenzo de Medici. Tras la expulsión del heredero Piero de Medici en 1494 vivió los cuatro turbulentos años del gobierno republicano dominado por el fraile dominico Girolamo Savonarola.

2.1498-1512: Participó activamente en política como líder de la segunda chancillería Y después de 1502 se ganó la confianza de la nueva cabeza del estado, Piero Soderini; durante este periodo, Maquiavelo fue secretario del "Consejo de los Diez Magistrados" de la guerra, secretario de los "Nueve de la Milicia", Que en gran parte fueron creados por él en 1506, y enviado del gobierno en treinta y cinco misiones, entre ellas, cuatro a Francia (1500-11) y a Siena (1501-10), dos ante Cesare Borgia (1502) y la corte papal (1 503- y 1 506) y una ante el emperador de Alemania (1507-1508).

3. 1512-1527: Pierde el cargo, es encarcelado durante un corto periodo de tiempo durante la restauración de los Medici y comienza su carrera literaria.., Sus esfuerzos por ganarse el favor de los Medici con "El príncipe" tienen como resultado en 1 520 una misión encargada por el cardenal Giulio de Medici: escribir una historia de Florencia y un ensayo -"Discursos sobre la primera década de Tito Livio-,... Tras una serie de misiones en el extranjero, es nombrado canciller de los supervisores de las murallas en mayo de 1526, un año antes del Saco de Roma y de la caída del régimen de los Medici en Florencia. Maquiavelo muere el 21 de junio de 1527, once días después de fracasar en su intento de recuperar su antigua posición en la cancillería bajo el restaurado gobierno republicano".

En la presentación de su obra "El Príncipe" Nicolás Maquiavelo establece cual es su "método" de análisis con estas bellas palabras: "Aquellos que dibujan un paisaje se colocan en el llano para apreciar mejor los montes y los lugares altos, y para apreciar mejor el llano escalan los montes". Observación y experiencia para adquirir y acumular conocimiento, apoyándose en el estudio de la historia de las culturas precedentes. Eso le permite concluir: “No he encontrado entre lo poco que poseo nada que me sea más caro o que tanto estime como el conocimiento de las acciones de los hombres, adquirido gracias a una larga experiencia de las cosas modernas y a un incesante estudio de las antiguas.*

El estudio del pasado del hombre le permite encontrar el paralelismo en la historia. La analogía histórica es un recurso permanente que emplea para fundamentar sus máximas y evidenciar la conducta de los gobernantes y de los hombres; es la materia prima de que se nutre para comprender su presente y señalar las pautas para la construcción del futuro; constituye el material en el que se apoyará para recomendarle a los gobernantes la mejor manera de proceder en su quehacer político.

El “método” los principios y las leyes establecidas por Maquiavelo no están acabados -y no tiene por qué exigírsele que lo estén a un hombre de su época -, pero el estudio de ellos permite observar un esfuerzo por sistematizar el conocimiento adquirido para la acción política; permite darse cuenta de que tiene perfectamente claro que desde el poder se determinan las leyes y se establecen las reglas del trato político entre el gobernante y los gobernados. De la lectura de “ El Príncipe” se desprende que su autor sirve a los intereses del Estado.

Para el padre de la ciencia política la sabiduría proviene del conocimiento histórico y del legado de los grandes personajes de la historia. Esa obra fecunda exige a "todo hombre prudente... entrar en el camino seguido por los grandes e imitar a los que han sido excelsos, para que, si no los iguala en virtud, por lo menos se les acerque" (cap. VI).

El "método" en Maquiavelo también puede encontrarse en forma de consejos. Su preocupación por la razón de ser un Príncipe, o porque un Príncipe es una razón de Estado, estará presente a lo largo de toda su obra. Capacidad de dirección y liderazgo, sensibilidad política, espíritu de justicia, valor y prudencia, ética y pragmatismo político, entre otras, son cualidades indubitables que debe tener quien desee gobernar y sostenerse en el poder.

El centauro representa simbólicamente la línea de conducta del Príncipe. Mitad hombre y mitad bestia porque "hay dos maneras de combatir: una, con las leyes; otra, con la fuerza". Corresponde al dirigente "saber emplear las cualidades de ambas naturalezas". Si opta por la bestia porque tiene la necesidad de emplear la fuerza, entonces debe sufrir una metamorfosis y convertirse en zorro y león; "zorro para conocer las trampas y león para espantar al enemigo" (cap. XVII).

Ambas características deben estar unidas por siempre y emplear la cualidad que corresponda en el momento oportuno; de otra forma se puede incurrir en el error. Ser león es ser falto de experiencia, fuerza sin estilo, incapacidad para hacerse a un lado cuando la situación lo demande, falta de sensibilidad y olfato para declinar, cambiar de parecer o sostenerse en lo dicho, así como decidir si se continúa en la lucha, si llegó el momento de hacer un repliegue o la necesidad de sentarse a negociar el final de la batalla. Por eso hace falta también ser zorro.

El zorro, aquel que dejó de tejer para dedicarse a bordar; quien ha sabido serio, dice Maquiavelo, ha triunfado. Aprendió a no "observar la fe jurada cuando semejante observancia vaya en contra de sus intereses y cuando hayan desaparecido las razones que le hicieron prometer". Más aún, a "mostrarse piadoso, fiel, humano, recto y religioso, y asimismo serio efectivamente; pero... dispuesto a irse al otro extremo si ello fuera necesario" .

No es fácil desarrollar esa cualidad, "hay que saber disfrazarse bien y ser hábil en fingir y en disimular"; al fin y al cabo "los hombres en general, juzgan más con los ojos que con las manos, porque todos pueden ver, pero pocos tocar.

Todos ven lo que pareces ser más pocos saben lo Que eres". Esos pocos no representan peligro alguno ante una mayoría que" se escuda detrás de la majestad del Estado"; en última instancia, "las minorías no cuentan sino cuando las mayorías no tienen donde apoyarse" (cap. XVIII).

El saber político en Maquiavelo puede verse en la capacidad de decisión que tenga el gobernante para optar entre aplicar la ley o utilizar la fuerza. Su decisión es la expresión de su sensibilidad política para decidir por dónde es el camino y cómo habrán de resolverse los problemas. Con la decisión se terminan las dudas para seguir adelante y comienzan a asumirse los costos y las consecuencias. La duda es una cualidad, la decisión un acierto o un error que desentraña el curso de los acontecimientos.

El saber político sólo puede adquirirse si se es objetivo en el análisis. Si coincidiendo con Maquiavelo es "más conveniente ir tras la verdad efectiva de la cosa que tras su apariencia" (cap. XV). Ya los filósofos han escrito mucho sobre la importancia de ir más allá de la apariencia, de lo fundamental que resulta ir a la esencia de las cosas si se quiere conocer verdaderamente lo que ocurre en la naturaleza y la sociedad y los cambios y fenómenos que en éstas se presentan.

La objetividad le va a permitir al gobernante ubicarse mejor en la realidad que vive para estar en condiciones de resolver de mejor manera sus asuntos públicos presentes y mirar hacia dónde se conduce la sociedad a su cargo para poder enfrentar con éxito lo que el futuro le depara. Para todo ello se recomienda prudencia en el príncipe no nada más para "preocuparse de los desórdenes presentes, sino también de los futuros, y de evitar los primeros a cualquier precio" (cap. 111). esto es válido para la relación que guarda con su pueblo, también io será cuando del Estado en particular se trate, en cuyo caso "los males que nacen en él cuando 5e les descubre a tiempo, lo que sólo es dado al hombre sagaz, se les cura pronto; pero ya no tienen remedio cuando, por no haberlos advertido, se les deja crecer al punto de que todo el mundo los ve" (cap. 111). Aquí "la prudencia estriba en saber conocer la naturaleza de los inconvenientes y aceptar el menos malo por bueno" (cap. XXI).

Gobernar no es fácil, tal vez por esa razón Maquiavelo considera que la grandeza de un príncipe la determina su capacidad para" superar las dificultades y la posición que se les hace" (cap. XX), siempre y cuando cuente con la amistad del pueblo, de otra forma no tendrá" remedio en la adversidad" (cap. IX).

Ciertamente el apoyo del pueblo es la principal arma con que cuenta el príncipe para sostenerse en el poder, en consecuencia su poder radica en el pueblo y en la capacidad que tenga para tenerlo siempre de su lado. De ahí la necesidad de generar iniciativas políticas que le permitan allegarse su apoyo y hagan imprescindible su estancia en el trono. Eso demanda habilidad del príncipe y una preocupación permanente de su parte por ir a la búsqueda y hallar siempre la manera por la cual sus ciudadanos siempre y en toda ocasión tengan necesidad del Estado y de él. Y así le serán siempre fieles (cap. VIII). Posiblemente su habilidad no lo lleve a granjearse su amor pero si lo conducirá a evitar su odio y contar con su aval.

El logro del consenso social es una de las principales tareas del gobernante para garantizar su permanencia en la dirección del Estado y la estabilidad política. En esa incesable búsqueda debe ser cauto y en el creer y el obrar, no tener miedo de sí mismo y proceder con moderación, prudencia y humanidad, de modo que una excesiva confianza no lo vuelva imprudente, y una desconfianza exagerada, intolerable (cap. XVII).

En ocasiones por razones de Estado deben tomarse decisiones drásticas. El recurso de la fuerza puede compartirse o rechazarse pero está orientado a mantener el orden público y es una de las últimas medidas de que dispone y a la que recurre el gobernante para mantener la estabilidad política y someter a quienes se oponen a su mandato. Ese ha sido un argumento esgrimido por una innumerable cantidad de gobernantes en distintos momentos de la historia, y la represión una constante. Maquiavelo lo sabe, por ese motivo no duda en decirle al príncipe que no tiene porque preocuparse si lo acusan de cruel, "siempre y cuando su crueldad tenga por objeto el mantener unidos y fieles a los súbditos; porque con pocos castigos ejemplares será más clemente que aquellos que, por excesiva clemencia, dejan multiplicar los desórdenes, causa de matanzas y saqueos que perjudican a toda la población" (cap. XVII).

Evidentemente Maquiavelo concibe la utilización de la fuerza como un caso de medida extrema, como una medida que se asume por responder a los intereses del Estado; en forma alguna se pronuncia a favor de la violencia, pero reconoce la necesidad de su uso cuando no existe otra alternativa; como buen servidor del Estado ve en la violencia una posibilidad, una medida más cuyo empleo aleja del cristianismo y no llena de gloria; tan es así que afirma: "Verdad que no se puede llamar virtud el matar a los conciudadanos, el traicionar a los amigos y el carecer de fe, de piedad y de religión, con cuyos medios se puede adquirir poder, pero no gloria" (cap. VIII).

Quien ostenta el poder está permanente sujeto a presiones de dentro y fuera del Estado. El príncipe decide pero toda decisión es precedida de una consulta a quienes representan a distintos sectores sociales que tienen que ver con la conducción del Estado, y a quienes están involucrados con la problemática a resolver. Se responde a intereses y con quienes los representan se negocia; se requiere del apoyo del pueblo y hay que contar con él. Por eso Maquiavelo, como buen conocedor de los asuntos públicos y de la historia, afirma que "los Estados bien organizados y los príncipes sabios siempre han procurado no exasperar a los nobles y, a la vez, tener satisfecho y contento al pueblo" (cap. XIX).

Una sociedad unida y unos ciudadanos contentos con su reinado, son garantes del príncipe "contra las conjuraciones" (cap. XIX) "porque si el pueblo aborrece al príncipe, no lo salvarán todas las fortalezas que posea" (cap. XX). Evitar su odio es la mejor de sus fortalezas. Debe temerle a ese odio tanto como a "que lo ataquen las potencias extranjeras" (cap. XIX), porque sus súbditos pueden sublevársele y ser presa fácil de ambiciones del exterior.

Como buen asesor y diplomático que fue, Maquiavelo concede un lugar preponderante al equipo de colabores del gobernante. Ese grupo de individuos con quienes se reúne para aprestarse a la toma de decisiones y definir por dónde orientarse qué rumbo tomar. Su selección debe ser razonada, están en riesgo su prestigio y la imagen que le proyecte a su pueblo. "La primera opinión que se tiene del juicio de un príncipe se funda en los hombres que lo rodean: si son capaces fieles, podrá reputársele por sabio, pues supo hallarlos capaces y mantenerlos fieles; pero cuando no lo son, no podrá considerarse prudente a un príncipe que el primer error que comete lo comete en esta elección" (cap. XXII).

Los consejeros deben ser consultados sobre todos los temas y ser escuchados con paciencia. Todos deben tener libertad para exponer sus opiniones sin cortapisas acerca de los tópicos de que se les consulte; en el entendido de que será más estimado aquel que más libremente hable, y será motivo de ofensa enterarse de que alguien no dijo la "verdad acerca de las cosas" por temor (cap. XXIII).

En la época en que vio la luz "El príncipe" se pensaba que la naturaleza humana era producto de la voluntad divina y que" dios no quiere hacerlo todo para no quitarnos el libre albedrío ni la parte de gloria que nos corresponde" (cap. XXVI). Esta concepción la trastocó Maquiavelo sin abjurar de su fe cristiana. De hecho en varios pasajes de "El Príncipe" expresa la importancia de conducirse de acuerdo con las normas establecidas por su religión, pero es consciente de que así como los nobles sentimientos son inherentes a la existencia humana, también lo es el mal. Tal vez por eso consideraba que "un príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno" (cap. XVIII), y que debe confiar "más en sus propias fuerzas que en las intrigas ajenas" (cap. III).

Para él los hombres en general, salvo excepciones como lo deja implícito, son "ingratos, volubles, cobardes ante el peligro y ávidos de lucro. Mientras les hacen bien, son completamente tuyos: te ofrecen su sangre, sus bienes, su vida y sus hijos, pues... ninguna necesidad tienes de ello; pero cuando la necesidad se presenta se rebelan" (cap. XVII). Eso es lo que son, no lo que debieran ser. Si de esto se tratara entonces tendrían que ser y mostrarse como lo establecen estas cinco virtudes: "piadoso, fiel, humano, recto y religioso" (cap. XVIII). El ser y el deber ser, la paradoja del hombre público, del hombre público, del hombre de Estado y de aquellos que están vinculados directamente con el poder. Ellos responden a esos intereses y sus decisiones están en función de los intereses del poder del Estado.

Todos son potencialmente enemigos porque su conducta responde a ese tipo de intereses, no a valoraciones morales. Maquiavelo es consciente de ello al decirle al príncipe: "Tienes por enemigos a todos los que has ofendido al ocupar el principado, y no puedes conservar como amigos a los que te han ayudado a conquistarlo, porque no puedes satisfacerlos como ellos esperaban, y puesto que les estás obligado, tampoco puedes emplear medicinas fuertes contra ellos" (cap. III). Esa es una constante en política, la realidad riesgosa, el peligro a sortear.

En ese ambiente de miseria moral se desarrolla la política, es incompatible con las valoraciones.

Sin embargo siempre debe tomarse partido; estar y saber de Qué lado se está siempre será mejor.

Que ser neutral (cap. XXI). Aún así, en ocasiones ni siquiera es posible discernir entre cuál es la mejor opción, la alternativa es "inclinarse hacia el grupo más numeroso"; si esto no fuera posible, "inclinarse hacia el más fuerte" (cap. XIX).

Maqujavelo no se complica mucho entre elegir ser amado u odiado: "Nada mejor que ser ambas cosas a la vez", afirmará tajante. Sabe que al primero se le ofende más fácilmente que al segundo porque "el temor es miedo al castigo que no se pierde nunca". El amor, "vínculo de gratitud", lo rompen los hombres "cada vez que pueden beneficiarse"; su ambición desmedida los hace olvidar más pronto "la muerte del padre que la pérdida del patrimonio" (cap. XVII). Es más; "la mayoría de los hombres, mientras no se ven privados de sus bienes y de su honor, viven contentos" (cap. XIX).

El discurso de Maquiavelo está dirigido a quienes se ocupan de conducir las riendas del Estado, a quienes aspiran a conquistarlo y a quienes quieren conocer de los asuntos públicos, de ninguna manera se dirige a los hombres comunes, esos cuya preocupación fundamental en la vida es su familia y el trabajo. Su discurso, nada tiene que ver con las cosas mundanas; quien desee saber de eso dirijase a otras fuentes.

Maquiavelo expone sus ideas libremente y sin tapujo alguno. Con sinceridad y sin rubor habla de lo que es, no de lo que debiera ser. Dice lo que otros callan; lo que muchos políticos jamás se atreverían a decir ni a reconocer acerca de cómo se maquina y se practica la política. Su sinceridad, para algunos de sus críticos, raya en el cinismo; su discurso para otros, es diabólico; su obra, para la inmensa mayoría, es producto de la genialidad y del saber político de su autor.
Con todo es importante destacar que Maquiavelo -si así quiere vérsele- fue un hombre capaz de observar la capacidad destructiva y la potencia para el mal que hay en el hombre. Desde esa perspectiva sus planteamientos no estarían alejados de la realidad. Sobre el origen de la maldad Sigmund Freud escribió en "Más allá del principio del placer": "Si es verdad que una vez, en épocas inconcebibles y de un modo irrepresentable, surgió la vida de la materia inanimada, según nuestra hipótesis, tuvo entonces que nacer un instinto que quiere suprimir de nuevo la vida y restablecer el estado anorgánico. Si en este instinto reconocemos la autodestrucción por nosotros supuesta, podemos ya considerarla como manifestación de un instinto de muerte que no dejamos de hallar en ningún proceso vital".

Muchos años después Erich Fromm escribió "El corazón del Hombre (Su potencia para el bien y para el mal)", en esta obra realiza un estudio acerca de lo que él denomina “Síndrome de decadencia", "el que mueve al hombre a destruir por el gusto de destrucción, y a odiar por el gusto de odiar"; en oposición está el "síndrome de crecimiento", "que consiste en el amor a la vida (en cuanto opuesto al amor a la muerte), el amor al hombre y la independencia". En su trabajo se esfuerza por demostrar que la existencia del hombre se debate entre ambas posibilidades porque "es innegable que cada individuo avanza en la dirección que ha elegido: la de la vida o la de la muerte, la del bien o la del mal" (cap. I). Desde esta óptica, Maquiavelo también sabía de qué hablaba.

*Miller, David (coord.). Enciclopedia del pensamiento político, Alianza Editorial. Madrid. 1989, p. 379.
Nota: El autor agradece los comentarios y las observaciones Que a este trabajo le hiciera el Mtro. Antonio Delhumeau, Coordinador del seminario de filosofía política: "Fenomenología de la conciencia culpable", de la Div. del Est. de Posgrado de la FCPyS/UNAM.


CUADERNOS EDITADOS
1, "Muero como viví ¿ Cómo decirles Adiós? Seis cartas de Vanzetti.
2, "Historia del Primero de Mayo", (Primera Edición).
3, "Carlos Marx 1883-1982" Recopilación.
4. "Bertolt 8recht: Intelectual Comprometido".
S, "Agresiones Armadas Yanquis contra México". Cronología.
46. "Las calles de México", Luis González Obregón.
7, "El asalto a San Bruno". Alberto Pulido A.
8. "Zapata y Villa en la Ciudad de México". J. Grigulevich.
9. "El Rock y su Contenido Social",
10. "Un día Dos de Octubre de 1968". Antología.
11. "Rubén Jaramillo, Un Profeta Olvidado". Raúl Macín.
12. "De Indios y Vaqueros",
13. "Sandino y Nicaragua".
14. "Rajatabla". Luis Brito García.
15. "Historia del Primero de Mayo". (Segunda Edición).
16. "Manuel Buendía: un hombre, una huella, un ejemplo" Fco. Martínez de la Vega
17. "Cuentos para niños sobre Derechos Humanos", (Antología. Marco A. Sagastume.
18. "RENATOgramas de LEDUC". Recopilación.
19. "La línea dura en el Rock". Alberto Pulido A,
20. "El Mexicano", Jack London.
21. "Los Wobblies, Activistas Sindicales", Morais Boyer,
22. "Los Literatos Malditos". Antología,
23. "Una modesta proposición", Jonathan Swift.
24. "150 Frases Célebres". Recop. de Alberto Pulido A.
25. "París la Revolución de Mayo". Carlos Fuentes,
26. "El Movimiento del 68 en la Poesía" , Recop. de Alberto Pulido A.
27. "Los Mensajes del Blues". Recop. de Alberto Pulido A.
28. "El Ajedrez en la Literatura". Recop. Fernando Contreras G.
29. "El Cuentista". Horacio Quiroga. Esperanza Paredes.
30. "Me llamo barro aunque MIGUEL me llame". Miguel Hernández.
31. "Muere una planta y nace el pulque", Egon Erwin Kisch.
32. "Cápsulas del Pensamiento Político de Sartre". Recop, de Alberto Pulido A.
33. "Sobre algunas Sectas y Sociedades Secretas". Recopilador: Fernando Contreras G.
34. "Nosotros los trabajadores de la UNAM!. (Antología). Armando Altamira G.
35. "Los Rockeros le cantan al amor". Recop, y notas: Alberto Pulido A.
36. "A la Orilla del Alba". Vidal Flores Hernández.
37. "El Erotismo en la Literatura". Recop. y notas: Alberto Pulido A.
38. "La Cadavérica y el Mexicano". Recopilador: Antonio Muñoz M,
39. "La Literatura, las mujeres y el Rock". Alberto Pulido A,
40. "Maquiavelo El Centauro: El poder en "El Príncipe". Jaime Gallegos G.