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CUADERNOS DE EDUCACIÓN SINDICAL # 21 LOS WOBBLIES ACTIVISTAS SINDICALES |
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Cuadernos de comunicación Sindical
Secretario General: Evaristo Pérez Arreola
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PRESENTACIÓN Dentro del campo de las ciencias sociales y en particular en el de la historia, han destacado los estudios en donde las luchas sindicales y de la clase obrera son protagónicas. Así lo podremos apreciar en cualquier librería o biblioteca, lugares en donde destacan buena cantidad de libros que abordan el tema de la clase obrera; desde muy diversos enfoques y abordados en diversos estilos literarios. El trabajo que presentamos en este Cuaderno de Comunicación Sindical, entra sin duda dentro de lo que podríamos calificar como narrativa histórica-literaria, de fácil y amena lectura. "Los Wobblies, Activistas Sindicales" forma parte de un excelente libro "La Historia desconocida del Movimiento Obrero de los Estados Unidos" de Herbert M. Morais y Richard O. Boyer, editado en español en el año de 1983 por el SUTIN y que nos narra la trayectoria heróica del movimiento obrero norteamericano desde sus orígenes hasta su casi extinción, durante la guerra fría. Durante las dos primera décadas del siglo XX, la historia destaca un importante número de combates sindicales en los EUA y México, en donde los Wobblies -activistas anarquistas de la Industrial Workers of the Word IWW- resultaron ser los protagonistas de primera línea. Se destacan por ejemplo, una serie de datos, que confirman como, estos activistas lograron influir de manera importante a los obreros petroleros mexicanos de Tamaulipas y Veracruz, Ilevandoles las ideas de izquierda y organizándolos en los combates contra las empresas El Águila o La Huasteca Petroleum. Muchas de las veces los Wobblies encabezaron luchas con desenlaces violentos, en contra de los capitalistas yanquis, que al ir amasando grandes cantidades de dólares explotaron inhumanamente a millones de obreros. y muchas de las veces también, varios wobblies perdieron sus vidas, victimas de la represión o sufrieron encierros prolongados en las mazmorras del imperio yanqui. Estamos seguros que gozarán la lectura de este folleto y se entronizarán en el terreno de los wooblies y los acompañarán en sus luchas sin cuartel en contra de la explotación. Marzo
de 1987 "Los Wobblies, Activistas Sindicales" MORAIS y BOYER "Los males económicos universales que afligen a la clase trabajadora sólo pueden ser erradicados por un movimiento universal de dicha clase trabajadora, Tal movimiento es imposible mientras se hagan convenios separados de oficios y de salarios, favoreciendo al patrón contra otros gremios de la misma industria, y mientras se desperdicien las energías en estériles pleitos jurisdiccionales, que sólo sirven para favorecer el engrandecimiento personal de dirigentes sindicales". Del llamado de 1905 para la fundación de Industrial Workers of the World; ivv (Trabajadores Industriales del Mundo. LIBERTAD DE PALABRA Y LIBERTAD A LOS HOMBRES Fue primordialmente para los obreros no calificados, no sindical izados y excluidos de la AFL, que se formó la organización Trabajadores Industriales del Mundo (Industrial Workers of the World)), Nunca ha habido una organización igual, Sus miembros, por lo menos en el Oeste, siempre estaban en movimiento, yendo de un trabajo al otro, de un estado a otro, desde el Río Bravo hasta el Columbia, desde Omaha hasta San Diego, subiéndose a trenes de carga, viajando debajo de los vagones o escondidos en el furgón de equipaje iban a todos lados. Era un sindicato sobre ruedas; las ruedas de fierro, y su rítmico castañeteo, sus cadenciosas ondas metálicas, el olor de ceniza y humo, el lamento del silbato de la locomotora en la noche, eran una experiencia común a casi todos los miembros de Iww. Igual que lo eran las constantes peleas entre los Wobblies, como llamaban a estos sindicalistas, y los shacks o guardafrenos armados, que a veces sucedían en frías noches de invierno, en las montañas Rocallosas, cuando al ser lanzado de un tren significaba la muerte. Los Wobblies probablemente nunca tuvieron más de 60 mil miembros activos, pero influyeron sobre millones al provocar movimientos de huelga por todo el país, desde McKees Rocks, Pa. y Showhegan, Maine, hasta Goldfield, Nev., y Portland, Ore. y mientras dirigían huelgas masivas, siempre hablaban de un solo gran sindicato, de solidaridad de uno para todos y todos para uno; siempre declaraban que la clase trabajadora, los que hacían el trabajo de la nación deberían ser los propietarios de las industrias de la nación. No se interesaban mucho en los contratos, sino que pensaban que la fuerza de los trabajadores era la que debía garantizar las conquistas obtenidas y rara vez trataban de afiliar a los obreros a un sindicato local permanente. Lo que promovían era imponer mejores condiciones mediante la constante amenaza de violencia y de huelgas. Los más activos de los Wobblies eran jóvenes trabajadores nómadas, ferrocarrileros y mineros que estaban en listas negras, leñadores, vaqueros, obreros de la construcción; había cosechadores, trilladores de trigo, hacinadores de maíz, peones de los campos de remolacha de Utah, los campos de lechuga y los huertos frutales de California; también había marineros y estibadores desempleados, y el vigor con que entraban a una huelga o aI un pueblo les parecía una revolución a los tranquilos lugareños. Tenían un magnífico desprecio por los lugareños, a quienes llamaban "guardias caseros", A los Wobblies les gustaban las canciones y las historias. Eran sentimentales, casi anticuados y les gustaba cantar y charlar; mientras se reu ían alrededor de una hoguera de campamento, tal vez en un desierto, cerca de un depósito de agua de los ferrocarriles, a veces en las montañas, junto a un entronque. Tenían cientos de canciones, la mayoría de ellas adaptadas sobre la música de viejos himnos. Joe Hill, su poeta laureado, quien después fue víctima de un complot y ejecutado durante la huelga de Utah,* fue uno de sus miembros más queridos. Unos mil Wobblies que salían a montones de los trenes de carga, al convergir en una huelga, era algo digno de verse. A voz en cuello cantaban su canción, "Inmovilizados" (Tie'Em Up), que decía así; ¿Por qué hacen convenios que los dividen cuando luchan, y dejan que los patrones los engañen con los "sagrados derechos" del contrato? *Las últimas palabras de Joe Hill antes de su ejecución, el 19 de noviembre de 1915, fueron: "No se pongan de luto por mi . ..organícense!" Durante la campaña de organización de la CIO, a mediados de los años treinta, miles cantaron la hermosa y conmovedora canción que compusieron Alfred Hayes y Earl Robinson, Joe Hill: a
Joe Hill anoche, ¿Por
qué se quedan trabajando cuando otros gremios combaten al enemigo? Desde un principio, a estos hombres del Oeste los llamaron "agentes extranjeros" y "representantes de unan filosofía ajena y perversa". Algo típico fue el editorial del San Diego Tribune, el 4 de marzo de 1912: "La horca es poco para ellos. Ya deberían estar muertos..." La primera gran lucha de la IWW fue por la libertad de palabra necesaria para propagar sus ideas y organizarse, pues habían encontrado que había libertad de palabra solamente si lo que se decía era lo que los patrones querían que los obreros oyeran. De otro modo, había que pagarla con una sentencia de cárcel y a veces con una golpiza de policías o de "vigilantes". Se consideraba por lo general, principalmente en el Oeste, que la Primera Enmienda de la Constitución no se aplicaba a la IWW, porque sus vaqueros, leñadores y mineros eran antinorteamericanos. La IWW luchó por la libertad de palabra practicándola en tan gran escala dondequiera que estuviera amenazada, que las cárceles estaban repletas y las calles reverberaban con el eco de las palabras prohibidas, hasta que las autoridades lamentaron el día en que las prohibieron. El método de batalla para todos los Wobblies, en cualquier sitio, era subirse a un tren de carga y dirigirse a la ciudad o al pueblo donde habían proscrito la libertad de palabra. Así, miles de ellos convergieron entre 1909 y 1912 en Spokane, Fresno, Denver, Kansas, Duluth, New Castle, San Diego, New Bedford y Missoula. Al llegar, se trepaban a una plataforma improvisada y levantaban la voz para maldecir a los capitalistas e invitar a todos los trabajadores a afiliarse a la IWW. En cuanto uno de ellos era llevado a prisión, otro tomaba su lugar. A veces, los policías y los "vigilantes" levantaban las garras hacia los estrados, tratando de tirar de los trabajadores que leían la Declaración de Independencia. En otras ocasiones, los arrastraban hacia el sangriento abrazo de los "patriotas", aun cuando estuvieran leyendo en la Constitución que todo el mundo tiene el derecho de decir y de pensar lo que le dicte su conciencia. A veces, seis de ellos hablaban simultáneamente, subidos a seis diferentes plataformas improvisadas, diseminadas en un zócalo de pueblo y, cuando a éstos los quitaban, generalmente en una forma sangrienta, otros Wobblies tomaban su lugar. Los contribuyentes empezaron a quejarse de que con sus impuestos estaban alimentando a ejércitos de Wobblies encarcelados. Los tribunales estaban tan atascados que casi no podían atender otros casos que no fueran los de libertad de palabra. La lucha por la libertad de palabra se volvió una cuestión de resistencia entre los pulmones y las cabezas de los Wobblies y la fibra de la policía. A finales de 1912, en Missoula y en Spokane, así como en otras ciudades donde se libraron batallas por la libertad de palabra, cualquier ciudadano podía dirigir la palabra a cualquier grupo, en cualquier tema, a cualquier hora. Los líderes de la IWW demostraron el mismo espíritu en su conducción de las huelgas en los campos mineros, en las industrias madereras, en los campos de construcción del Noroeste, en las fábricas de conservas de la costa del Pacífico, en las fábricas textiles del Este, en las plantas siderúrgicas y empacadoras de carne del Medio oeste. y entre los trabajadores de tranvías, los lavadores de ventanas y los estibadores. . Pero la más conocida de todas las huelgas de la historia norteamericana fue la de los 23 mil obreros y obreras textiles en Lawrence, Mass, en 1912. Como en todas sus huelgas, los líderes de la IWW le dieron la huelga a los huelguistas, en este caso a las mujeres y a los niños, a los trabajadores nacidos en el extranjero ya los yanquis que trabajaban en Lawrence. Ellos la dirigieron. Ellos decidieron cada política a seguir , después de largos debates en innumerables idiomas y después de que el Gran Hill Haywood hubo explicado los puntos tal como él los veía. Como en todas sus huelgas, la IWW alentaba a los trabajadores a montar espectáculos y diversiones, a organizar bailes y debates, y el Gran Bill siempre aprovechaba cada huelga para convertirla en una especie de universidad obrera, como un corto e intenso curso sobre la realidad y la lucha de clases. Casi todos los periodistas que cubrían la huelga, y los había de todas partes, observaron el sentido de madurez común a todos los huelguistas y una curiosa felicidad en todos los trabajadores, al encontrar ellos en la lucha lo que nunca habían encontrado en la monotonía de las fábricas. Algo de la calidad de las huelgas puede advertirse en las palabras de la escritora Mary Heaton Vorse, quien siempre la consideró como uno de los sucesos decisivos de su vida: Era un nuevo tipo de huelga. Hasta entonces nunca había habido piquetes de huelga en masa en ninguna ciudad de Nueva Inglaterra. Diez mil trabajadores vigilaban la huelga en piquetes. Era el espíritu de los trabajadores lo que parecía peligroso. Estaban confiados, alegres, despreocupados y cantaban. Siempre marchaban y cantaban. Las grises y fatigadas muchedumbres que entraban y salían eternamente de las fábricas habían despertado y abierto sus bocas para cantar y todas las diferentes nacionalidades hablaban un solo idioma cuando cantaban juntos. Si hubo alguna trampa o violencia o fraude que no hubiese sido utilizado por los patrones para aplastar la huelga de Lawrence, es que no había sido descubierto por el lenguaje de la reacción. La huelga empezó espontáneamente cuando el salario promedio de 6 dólares por semana fue reducido aún más en el caso de miles de mujeres y de niños, cuando su semana laboral fue reducida por la ley estatal de cincuenta y seis horas a cincuenta y cuatro. Como resultado de esa reducción de horas, los patrones aceleraron los telares y, cuando además recortaron la paga, ya resultó demasiado." iPoca paga! iPoca paga!" se oía de un telar al otro el12 de enero de 1912, cuando recibieron el nuevo tabulador de salarios y entonces reverberó de una fábrica a otra, hasta que de pronto todo el mundo estaba haciendo manifestaciones en las calles, sin saber exactamente cómo había empezado todo. La Guardia Nacional apareció inmediatamente en escena, al igual que Elizabeth Gurley Flynn, organizadora de la IWW, de veintiún años, y los líderes de huelgas más experimentados de la IWW, Joseph Ettor y Arturo Giovanitti, quien también era poeta; pero no sólo llegaron veintidós compañías de la milicia, sino que también los patrones importaron cincuenta matones de una agencia de detectives de Boston, que se hicieron pasar por huelguistas y se dedicaron a volcar trenes, a romper ventanas ya asaltar gente en la calle. Los matones plantaron dinamita cerca de la sede de los huelguistas y éstos fueron acusados de sabotaje, hasta que uno de los patrones se emborrachó y confesó el complot; cuando se le pasó la borrachera, se suicidó para expiar su error. Y cuando la policía mató de un tiro a una de las huelguistas, Annie Lo Pizzo, arrestaron a los líderes de la huelga, Ettor y Giovannitti, bajo el cargo de asesinato. El milagro de Lawrence fue el vibrante espíritu triunfante, como si fuera algo vivo y palpable, sin debilitarse mientras febrero se arrastraba hasta marzo y el hambre y las muertes y les complots continuaban. A mary Heaton Vorse le parecía que Elizabeth Gurley Finn, una de las primeras mujeres que dirigían una huelga de masas, era el símbolo de Lawrence y escribió sobre ella: Cuando Elizabeth hablaba, la excitación de los huelguistas se volvía evidente. Ella se paraba frente a ellos, joven, con sus azules ojos irlandeses, su rostro blanco de magnolia y su nube de cabello negro, y era el retrato de una juvenil lideresa revolucionaria. ..Parecía como si un chispazo de fuego atravesara a los oyentes, algo conmovedor y poderoso. una sensación que ha hecho posible la liberación de los pueblos. Para Elizabeth había constante trabajo ese invierno de la huelga, de día y de noche, y casi no dormía. Pronunciaba discursos, se reunía con el comité de huelga, iba a visitar a los prisioneros a la cárcel, organizaba su defensa y, constantemente, se dedicaba a reunir dinero. Hablaba, hablaba y hablaba, tomaba trenes sólo para regresar rápidamente a la ciudad que estaba atrincherada en las plantas textiles, virtualmente sitiadas y ante las cuales marchaban todo el día los soldados con bayonetas caladas. Ella era el espíritu de la huelga. Pero la tarea más importante de Elizabeth era recolectar comida, pues el hambre era el principal enemigo de los huelguistas. Lo que más les dolía era ver a sus hijos debilitarse día a día por la falta de alimento. Con un gran esfuerzo, se hicieron arreglos para enviar a cientos de los niños a casas de obreros de otras ciudades, mientras durara la huelga. Los grupos de niños hambrientos provocaron un impacto tremendo en toda la nación. Como resuItado, las autoridades de la ciudad de Lawrence declararon que ya no permitirían que abandonaran la ciudad más niños y cuando el comité de huelga trató de enviar a otro grupo de niños, éstos y sus madres fueron atacados por la policía en la estación del ferrocarril de Lawrence. El Comité de Mujeres de Filadelfia, cuyos miembros iban a encargarse de los niños, describieron la escena en un informe... La estación estaba rodeada por la policía y la milicia. .. Cuando llegó el momento de la partida, los niños, en una ordenada hilera de dos en dos, con sus padres cerca, iban en camino hacia el tren, cuando la policía, que se había colocado a ambos lados de la puerta, nos rodeó y empezó a golpear con sus cachiporras a derecha e izquierda, sin importarle los niños, que estuvieron en peligro de ser pisoteados. Entonces, las madres y los niños fueron arrojados en masa y arrastrados a un camión militar y, aún entonces, aporreados, sin fijarse en los gritos de pánico de las madres y los niños... Ese fue el punto crítico de la huelga y V íctor Berger, diputado socialista por Milwaukee, pidió y obtuvo una investigación del Congreso sobre la huelga y sus causas. El 14 de marzo, los fabricantes textiles se rindieron y los huelguistas, la mayoría mujeres y niños, regresaron victoriosos con, según un informe del gobierno federal, "un aumento en los salarios de 5 a 20 por ciento; una mayor compensación por tiempo extra y una reducción del tiempo de las compensaciones de cuatro a dos semanas", De este aumento de salarios, el porcentaje mayor correspondía a los trabajadores no calificados. Al mismo tiempo, como resultado de la huelga, según el reporte oficial, "se concedieron aumentos de sueldos a miles de empleados en otras plantas textiles de Nueva Inglaterra". "La de Lawrence no fue una huelga común y corriente", escribe P.F. Brissenden en su autorizada obra sobre la IWW, "Fue una revolución social en pequeño. "Lawrence demostró "que era posible para los trabajadores no calificados y no sindical izados (en su mayoría inmigrantes de varias nacionalidades) librar una lucha exitosa contra sus patrones. Mostró el poder latente que hay en las grandes masas de trabajadores no calificados y semicalificados". Además hizo que la IWW se volviera famosa, dándole poder e influencia en el Este y una oportunidad de desempeñar un papel importante en el movimiento obrero del país. Concluida la huelga, la mayoría de los que estaban presos fueron liberados; pero Ettor y Giovannitti todavía seguían bajo el fraudulento cargo de asesinato. Como pasaban las semanas y no se les hacía juicio, los trabajadores hicieron una vez más una huelga general de veinticuatro horas, que influyó en el subsecuente juicio y en la absolución de los dos dirigentes de la IWW. Les diré -expresó Giovannitti al dirigirse a la multitud que lo fue a saludar cuando salió de la prisión- que en la primera huelga que vuelva a estallar en esta comunidad o en otro sitio de Norteamérica, donde se necesiten la ayuda, el trabajo y la inteligencia de Josph J. Ettor y de Arturo Giovannitti, ahí estaremos de nuevo, sin importarnos las amenazas ni los temores. Retornaremos a nuestros humildes esfuerzos, como soldados oscuros, desconocidos e incomprendidos de este poderoso ejército que es la clase obrera del mundo, la cual, saliendo de las sombras y la oscuridad del pasado, lucha por llegar a su meta, que es la emancipación de la especie humana, que la instauración del amor, la fraternidad y la injusticia para cada hombre y cada mujer de esta tierra. "Todo lo que daña al movimiento obrero, es traición hacia los Estados Unidos. No se puede establecer una línea entre las dos cosas. Si algún hombre les dice que ama a los Estados Unidos, pero odia al movimiento obrero, es un mentiroso. Si un hombre les dice que confía en los Estados Unidos, pero teme al obrero, es un tonto. "Me da gusto ver que prevalece un sistema de trabajo bajo el cual los trabajadores pueden ir a la huelga cuando quieran. ..Me gusta el sistema que permite a un hombre dejar el trabajo cuando quiera, y desearía que éste prevaleciera en todas partes. "El lazo más fuerte de la simpatía humana, fuera de la relación familiar, debe ser el que une a todos los trabajadores de todas las naciones, idiomas y razas". De los discursos de Abraham Lincoln. "Las grandes masas desconocidas y luchadoras de hombres que están en la base de todo, constituyen la fuerza dinámica que eleva los niveles de la sociedad. Una Nación es tan grande, y tan grande sólo, como su pueblo”. Woodrow
Wilson, en el New Freedom, "Si ustedes piensan que al ahorcarnos pueden aplastar el movimiento del cual los dos millones de oprimidos, los millones que laboran en necesidad y miseria, esperan la salvación, si ésta es su opinión, entonces, ahorcadnos! "Aquí pisotearán una chispa, pero allá y allá, detrás y frente a ustedes, y en todas partes, brotarán llamas. Es un fuego subterráneo. No lo pueden apagar". August Spies, antes de ser sentenciado a muerte en la acusación fraudulenta que se le hizo en relación a la jornada de ocho horas, en Chicago, 1896. "Que el tirano financiero o el sórdido mercenario opongan sus fuerzas contra esta poderosa marejada de sentimientos humanos que está cristalizando en los corazones de treinta millones de trabajadores que claman por el establecimiento de una democracia industrial y por la partición en sus frutos tangibles. Es un loco o un tonto el que crea que este río de sentimientos humanos que fluye del corazón de esos treinta millones, quienes con sus familiares constituyen dos terceras partes de la población de los Estados Unidos de Norteamérica, pueda ser bloqueado o limitado por la erección arbitraria de barreras limitantes". John L. Lewis, julio 6 de 1936. CUADERNOS YA EDITADOS 1.
"Muero como viví ¿Cómo decirles Adiós?"
Seis Cartas de Vanzetti. |