Foro Histórico LA CREACIÓN DEL “MURO” EN LA UNAM José René Rivas Ontiveros* Aunque la derecha nunca ha sido una fuerza política e ideológica ajena a la Universidad Nacional Autónoma de México, puesto que siempre ha estado presente al interior de los sectores y agrupamientos estudiantiles, académicos y, por supuesto, en los diversos ámbitos de la burocracia universitaria, lo cierto es que a raíz de las grandes movilizaciones sociales que tuvieron lugar en México a finales de los años cincuenta y, sobre todo, después del triunfo de la Revolución Cubana, se le había observado relativamente pasiva, replegada y hasta políticamente superada por una izquierda en ascenso que de la semiclandestinidad poco a poco iba ganando presencia en los diferentes espacios de la institución educativa más grande e importante de la República Mexicana. A esta situación habría de sumarse la elección del doctor Ignacio Chávez como rector de la UNAM a quien la ultraderecha había caracterizado siempre como un hombre de izquierda. Fue entonces cuando ésta determinó reactivarse dentro de la Universidad. 1. La provocación de la ultraderecha en Economía. La ultraderecha escogió precisamente el 26 de julio de 1961, aniversario de la Revolución Cubana y a la Escuela Nacional de Economía, que fungía como una especie de cuartel general de la izquierda estudiantil universitaria de entonces, como la fecha y el lugar ideal para iniciar su ofensiva política a través de distintos actos de provocación y declaraciones, con la finalidad, por una parte, de contener el supuesto avance del comunismo en el campus universitario y, por la otra, ganar terreno en un ámbito que política e ideológicamente resultaba estratégico para cualesquier fuerza. En efecto, durante la mañana del 26, cuando a propósito de la celebración del octavo aniversario del asalto al Cuartel Moncada, el profesor Ramón Ramírez Gómez 1 impartía una conferencia invitado por un núcleo de estudiantes de ese y otros planteles universitarios simpatizantes de la izquierda y de la Revolución Cubana,2 se presentó un grupo de alumnos encabezados por Luis Felipe Coello y Guillermo Vélez Pelayo a impedir el desarrollo del evento. Así, un acto que tenía como supuesto objetivo velar por el honor de la Universidad concluyó en un verdadero enfrentamiento a golpes y pedradas entre los dos grupos. Pocos días después de los hechos violentos, el Consejo Técnico de la Escuela decretó la expulsión definitiva de la UNAM de Luis Felipe Coello Macías y Guillermo Vélez Pelayo, principales dirigentes del grupo agresor, por: 1) Formar parte de un grupo que por medio de la violencia y en forma tumultuosa intentó penetrar en la Escuela Nacional de Economía; 2) Impedir con sus actos la conferencia que debía sustentar el profesor de la Escuela, licenciado Ramón Ramírez; 3) Faltar el respeto a los alumnos y profesores del plantel, a quienes injuriaron soezmente, en particular al profesor Tonatiuh Gutiérrez a quien hicieron víctima de ataques en su persona; y 4) Actitud de franca provocación con perturbación del orden y posibles consecuencias mayores”. 3 Una vez que los dos expulsados conocieron la resolución del Consejo Técnico4 se dieron a la tarea de conformar un agrupamiento al que paradójicamente denominarían Comité General Pro Defensa de la Libertad de Cátedra y Expresión Universitaria, el cual anunció que realizaría una campaña masiva de firmas en apoyo de los dos alumnos expulsados. De manera simultánea, este Comité llevó el caso ante el rector Chávez, quien después de una larga entrevista con sus integrantes se declaró incompetente, por lo que remitió la documentación al Tribunal Universitario. Esta situación, a su vez, dio pauta para que la ultraderecha universitaria señalara al cardiólogo no únicamente como un importante partidario y solapador de comunistas, sino incluso como un promotor del comunismo al interior de la Universidad, lo cual también traería aparejados una serie de calificativos en su contra.5 Esta tendencia, muy usual por parte de la derecha, habría de perdurar durante todo el tiempo en que el rector Chávez estuvo al frente de la UNAM. Cuatro meses después de los hechos de violencia en la Escuela Nacional de Economía, el Tribunal Universitario rectificó el acuerdo del Consejo Técnico. En este sentido, las expulsiones definitivas de Luis Felipe Coello y Guillermo Vélez Pelayo fueron cambiadas por meras suspensiones temporales de seis y cuatro meses, respectivamente. No cabe ninguna duda de que la fuerte presión mediática de los grupos de la ultraderecha universitaria habían causado mella en los ánimos del rector Chávez, y de los propios integrantes del Tribunal. Esta situación fue ampliamente aplaudida por distintos agrupamientos externos a la Universidad entre ellas por el diario Excélsior, un medio que prácticamente hizo suyo el caso de los expulsados dándoles una amplia cobertura informativa y editorial como si aquéllos fueran integrantes del mismo periódico. Por ejemplo, en la sección editorial del 29 de noviembre de 1961, este diario destacó el asunto diciendo: “Tras largos meses de lucha para lograr una solución equitativa, un fallo justiciero que reivindicase ante la opinión pública la libertad de expresión y el respeto a las ideas en el seno de la UNAM, la Comisión de Honor de la casa de estudios reconsideró la expulsión de los aventajados alumnos de la Facultad de Economía [...] quienes el pasado 26 de julio hicieron una ruidosa profesión de fe anticastrista y anticomunista cuando celebrábase allí un acto de adhesión y simpatía al régimen prosoviético de Cuba”. 6 Asimismo, al referirse a la actitud de los dos alumnos expulsados, el diario acotó: “El valor civil de esos estudiantes, su gallarda actitud de enfrentarse a los apóstoles del odio y la disolución social, mereció el franco apoyo del país. Ratificar el castigo impuesto hubiera sido monstruoso y contrario al prestigio de la UNAM [...] Esta decisión del alto tribunal universitario merece subrayarse como un triunfo de la justicia, como una victoria del sentido común y como un positivo éxito de la opinión pública [...]”.7 En tanto, para los expulsados que actuaban a través de su Comité la rectificación de la medida constituyó una gran victoria de las fuerzas del bien, sobre las del mal, puesto que éstas no son otra cosa más que “amantes de la libertad, del orden y de la tranquilidad social sobre la labor destructora del comunismo internacional [...] que pretende lograr el control total de la Universidad”. 8 Pero la cosa no sólo quedó en la proclamación de su victoria, sino que este Comité, también hizo una clara advertencia de lo que en lo sucesivo sería su práctica política a fin de enfrentar a las fuerzas comunistas dentro de la UNAM: “Siendo nosotros enemigos de toda agitación política dentro de la Universidad [...], nos opondremos con todos los medios a nuestro alcance a las perturbadoras actividades castro-comunistas en nuestra máxima Casa de Estudios, y toca a todas las autoridades universitarias prever e impedir todo desorden que con este motivo se produzca. [...] [en lo sucesivo] los rojos no podrán ya impunemente utilizar el patrimonio de la Universidad, sus publicaciones, su estación de radio, su proyecto de canal de televisión, etcétera, para realizar actividades subversivas del orden constitucional y de la paz pública”. 9 Para inaugurar su ambicioso programa de limpia de comunistas en la Universidad, el Comité General Pro Defensa de la Libertad de Cátedra exigió la cabeza de un connotado intelectual colaborador del rector Chávez. En esta línea el citado comité señaló: “sobre las actividades que lleva a cabo el comunista Max Aub Moherenwitz, de nacionalidad indefinida y con largo e internacional historial de agitación, el cual desempeña un alto puesto universitario, clave para el avance del comunismo en México, siendo director de Radio-Universidad”. 10 Es importante destacar que durante este conflicto entre las autoridades universitarias y los grupos de la ultraderecha en la UNAM, Max Aub no fue ni el primero y mucho menos el último que sufriera este tipo de campañas de tinte eminentemente macartista. Ya desde principios del mes de agosto de ese mismo año y con el pretexto de las expulsiones, estos grupos a los que se le observaba estrechamente ligados con algunas fuerzas externas a la Universidad y sobre todo con el diario Excélsior y sus dos filiales (vespertina y nocturna) de Últimas Noticias, había realizado una fuerte ofensiva o una verdadera guerra de papel en contra de profesores, intelectuales y escritores que participaban en diferentes actividades socioculturales y radiofónicas tanto en la Casa del Lago de Chapultepec como en Radio-Universidad. 11 En el mismo blanco de sus ataques llegaron a estar no solamente personas y grupos de quienes se sospecha su filiación comunista sino la propia Universidad Nacional Autónoma de México por su política cultural. Así, por ejemplo, el 4 de agosto de 1961 en la columna editorial el periódico Excélsior que tuvo los siguientes encabezados: “Comunismo en la Universidad”, “Invitación al crimen”, “Deslealtad al señor presidente” y “Bombardeo de la radio”, se afirmó, entre otros aspectos, que: “Los órganos de difusión de la UNAM se han dedicado a envenenar el ambiente estudiantil con doctrinas extravagantes y antisociales, a realizar propaganda antimexicana, a invitar a la violencia organizada y a difundir ideas contra los principios democráticos y a favor de las tiranías de Castro y de Krushev (sic)”. 12 La provocación de la ultraderecha en Economía con sus subsecuentes expulsiones de los principales impulsores de la misma, más toda la movilización que ésta provocó, fundamentalmente entre aquellos agrupamientos extrauniversitarios e ideológicamente afines a esta corriente, abonó el terreno, preparó las condiciones para la formación de una instancia permanente que pudiera enarbolar el programa del anticomunismo en la UNAM tal y como ya existía en otros ámbitos en México. 2. La aparición del MURO Luego de más de ocho meses de los enfrentamientos violentos de la Escuela Nacional de Economía y de la leve victoria de los grupos de la ultraderecha universitaria aglutinados en el Comité General Pro Defensa de la Libertad de Cátedra y Expresión, a mediados del mes de marzo de 1962 tuvo lugar en la Ciudad de México la fundación del MURO, en el cual habrían de participar, al decir de los propios organizadores, estudiantes de todas las escuelas y facultades de la Universidad Nacional,13 a quienes previo a su ingreso formal a la agrupación se les obligaba a prestar el siguiente juramento poniendo la mano sobre un crucifijo se comprometían a: “Luchar contra los agentes del totalitarismo marxista enemigo de México y de la humanidad. Participar en las actividades del movimiento, así como a las juntas que se me indiquen, acatar las indicaciones de los jefes del movimiento, aceptar los cargos y comisiones que me confiera, guardar reserva sobre los asuntos graves que el movimiento considere confidenciales [...]”. 14 En otra parte del juramento se decía: “Juro por Dios y por mi honor guardar absoluto secreto con los extraños a esta agrupación, de su existencia y de la personalidad de sus integrantes y de los asuntos que en ella se traten. Juro, asimismo disciplinarme a los acuerdos que en ella tome el Consejo Supremo del Movimiento. Juro también considerar a nuestra agrupación como fundamental en todas mis actividades sociales, políticas, religiosas y culturales”.15 Teniendo como antecedente al Frente Universitario Anticomunista (FUA), que actuaba principalmente en la Universidad Autónoma de Puebla,16 el MURO, al igual que aquél, también se caracterizó por ser un grupo de choque que nunca dudó en utilizar los métodos violentos, tanto físicos como verbales, para imponer su verdad y su orden por su propia mano, como se observó durante todo el tiempo que existió al escenificar una gran cantidad de hechos violentos de diferente tipo y magnitud.17 Para prepararse en este tipo de prácticas el MURO tenía una casa que se encontraba ubicada en la avenida División del Norte del Distrito Federal, cerca de la Ciudad Universitaria de la UNAM, en donde sus brigadas de choque practicaban las artes marciales.18 Ideológicamente autodefinido como fanático ”pero de la libertad y de la dignidad humana”19 e inspirado en los principios de la iglesia católica y más concretamente en los “Diez Mandamientos de la Ley de Dios”, ya que el prohibir todo lo malo, lo incorrecto, y lo dañino, constituyen una doctrina religiosa; la más perfecta de la humanidad”, 20 desde el primer instante de su aparición el MURO dejó muy claro que su principal objetivo era el de salvar a la Universidad y al país del peligro que representaba el comunismo, para lo cual se proponía “sanear el ambiente universitario de elementos marxistas que se encuentran infiltrados en la cátedra, la administración y las organizaciones estudiantiles”.21 Para traducirlo en otras palabras, el proyecto de este agrupamiento de la ultraderecha universitaria organizada era convertirse en un auténtico guardián o comité de vigilancia del orden, de las buenas costumbres y de las tradiciones católicas en el seno de la máxima casa de estudios de la nación mexicana. Inmediatamente después de su conformación a través de su recién nombrado Comité Directivo, 22 el MURO se dirigió a diferentes autoridades y funcionarios de la UNAM, y sobre todo al rector Ignacio Chávez, para advertirles, más que informarles, lo siguiente: “Con el respeto que nos merece toda autoridad, queremos hacer de su conocimiento que estaremos pendientes para censurar, con la energía necesaria todas las actitudes de usted o de cualquier otro miembro de la actual administración que no estén acordes con la línea de conducta y con la trayectoria que por su alta investidura deben seguir quienes tienen la gravísima responsabilidad de gobernar el funcionamiento de nuestra Universidad”.23 3. El MURO contra el Marxismo en Economía No obstante la severidad de la advertencia murista, pocos meses después el rector Ignacio Chávez hizo caso omiso de ésta. En efecto, un hecho académico cualitativa y cuantitativamente significativo para la izquierda universitaria, que irritaría aún más a la ultraderecha, fue la determinación del Consejo Universitario de modificar el plan de estudios de la Escuela Nacional de Economía, a fin de que el tiempo que se destinaba para la impartición de la materia “Teoría Económica y Social del Marxismo” fuera de tres horas a la semana y no sólo una como tradicionalmente había venido ocurriendo desde muchos años antes. 24 La discusión de este caso fue planteado desde finales del mes de diciembre de 1962 por el Consejo Técnico de la Escuela Nacional de Economía con la finalidad de que dicha ampliación fuera finalmente sancionada por el Consejo Universitario. Sin embargo, dada la gran cantidad de intervenciones tanto a favor como en contra25 de extender el tiempo de su impartición, fue necesaria otra sesión. Esta se celebró el 17 de enero de 1963 concluyendo con una votación que quedó empatada con 27 votos para cada posición.26 Fue Guillermo Ramírez Hernández, consejero estudiantil universitario por la Escuela de Economía, quien le recordó al doctor Ignacio Chávez que, en su carácter de rector y presidente del Consejo Universitario, “el tenía voto de calidad lo cual ponía en sus manos decir si se impartía o no el marxismo”.27 La respuesta del rector fue favorable a ampliar el tiempo para la impartición del marxismo en la Escuela de Economía. Empero, antes de emitir su voto, el doctor Chávez lo fundamentó de la siguiente manera:
Cabe mencionar que en el intervalo de la primera y la segunda sesión del Consejo Universitario las diferentes fuerzas de la derecha, inter y extrauniversitaria, entre las que sobresalían algunos diarios como Excélsior y Novedades, habían efectuado una verdadera campaña de carácter macartista en la que decían que los alumnos de la Escuela de Economía estaban “intoxicados de marxismo”, de “ciega subordinación a las normas sagradas que rigen un partido” y de “agentes del totalitarismo ruso que operaban en la UNAM”. Esto es, tanto en notas informativas, editoriales y artículos de opinión, prácticamente anónimos, habían venido deformando los hechos, presentando tendenciosamente un asunto de índole eminentemente académico como una pugna entre dos grupos universitarios de los cuales uno estaba empeñado en adoctrinar a toda costa a los estudiantes imponiéndoles ideologías extrañas a la idiosincrasia mexicana y, otro, defensor de nuestra nacionalidad. Tras la determinación del Consejo Universitario, el MURO se opuso nuevamente al tiempo que aprovechó la ocasión para arreciar una vez más sus ataques a diestra y siniestra no únicamente en contra de su blanco favorito, el rector Chávez, sino también de la Escuela Nacional de Economía, de un grupo de maestros y en general de los comunistas quienes supuestamente se habían apoderado del patrimonio universitario, de la administración, de Radio UNAM, de la imprenta universitaria, etc. 29 Pese a este hecho, que constituyó un significativo avance de las posturas académicas de la izquierda universitaria de principios de los sesenta y, un severo revés para las tendencias político e ideológicas de la derecha, el MURO continuó avanzando en diversas escuelas y facultades de la UNAM, como por ejemplo, en la Preparatoria 9, la Facultad de Filosofía y Letras, la Escuela Nacional de Ciencias Químicas, Odontología, la Facultad de Ingeniería, etc. En algunas de éstas incluso llegó a ganar los comités ejecutivos de las sociedades de alumnos. Aunque también habría que aclarar que gran parte de su presencia en el seno de la Universidad era más mediática que real, gracias a la gran cantidad de apoyos y a la amplia red de relaciones que desde su nacimiento había venido tejiendo con una serie de agrupamientos extrauniversitarios, con los cuales coincidía por su acentuado anticomunismo,30 los que por cierto siempre aprovecharon cualesquier pretexto para desatar sus campañas de ataques y denuncias no sólo en contra de aquellos académicos y estudiantes a quienes peyorativamente los llamaban con el mote de “rojillos”,31 en vez de izquierdistas o comunistas, sino también contra la misma Universidad por su carácter público y, por supuesto, del rector Ignacio Chávez con quien el multicitado agrupamiento estableció un verdadero marcaje personal durante todo el tiempo que permaneció al frente de la rectoría universitaria. Efectivamente, afirma la investigadora Lilia Estela Romo Medrano: “[...] hubo fanáticos de la derecha que esperaban una palabra o una actitud del rector para atacarlo, y a quienes molestaban las actividades cotidianas de una Universidad tales como los poemas de Nicolás Guillén, los del ‘pedante y carmíneo’ Pablo Neruda, seguramente por su expresión de que en cada lugar de América hay una Sierra Maestra, o la obra de Márquez Sterling dedicada a Madero y que el pueblo de Cuba reeditó como un obsequió al pueblo de México”. 32 Lo cierto es que la derecha nunca olvidaría, y mucho menos le perdonaría al rector Ignacio Chávez, una lista de supuestos agravios, entre los que se encontraban: a) la negativa a rectificar las expulsiones definitivas aprobadas por el Consejo Técnico de Economía, en contra del que más tarde aparecería como el máximo dirigente del MURO; b) el rechazo a separar de sus cargos administrativos o de la cátedra a aquellos funcionarios académicos que la ultraderecha acusaba de ser comunistas; y, c) la aprobación con su voto de calidad al interior del Consejo Universitario, para que en la carrera de Economía, se impartiera formalmente el Marxismo. Por lo demás, habría que señalar que independientemente de toda esta animadversión de la ultraderecha en contra del doctor Chávez, nunca tuvo la satisfacción de haber sido la directamente responsable de su caída. Tampoco el MURO pudo, a pesar de sus innumerables acciones y declaraciones en contra del comunismo, evitar que la Universidad se fuera tiñéndose de rojo y que la izquierda avanzara en distintos frentes de la vida política universitaria. —————
1.
El hecho de haber interrumpido la conferencia del maestro Ramón
Ramírez no fue una casualidad del grupo provocador, se trataba
de uno de los profesores e investigadores más reconocidos de
la Escuela Nacional de Economía. Nacido en España (1913),
donde había estudiado la carrera normalista así como fundado
y presidido la Federación de Trabajadores de la Enseñanza,
Ramírez Gómez llegó a México en 1940, como
exiliado político después de la Guerra Civil española.
Al momento del ataque este académico también era ampliamente
conocido por sus trabajos escritos. Entre éstos se encontraban:
La posible revaloración del oro y sus efectos en la economía
de México, (1961) y El problema de la habitación: aspectos
sociales, legales y económicos (1948). Más tarde escribiría,
entre otros, Principios para el desarrollo de una economía subdesarrollada
(1962) y El movimiento estudiantil de México, Era, México,
1969. Igualmente, era militante del Partido Comunista Mexicano. |
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