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La ultraderecha en el poder: Falta lo peor

Está muy claro: el Yunque, esta organización secreta de extrema derecha que por su fanatismo tiene un voluminoso expediente de violencia, es el que gobierna a México.

Álvaro Delgado

Si alguien tenía dudas sobre el signo ideológico del gobierno de Vicente Fax, que desde el inicio acogió a la extrema derecha –la dogmática secretera y la pragmática–, los recientes nombramientos de Carlos Abascal, Francisco Xavier Salazar Sáenz y Luís Felipe Bravo Mena en prominentes cargos oficiales las esclarecen por completo, y de paso se desbaratan los afanes del PAN Y sus dirigentes de que se trata de un partido de "centro humanista", cualquier cosa que esto quiera decir.

Pero esos son apenas los más recientes acontecimientos, relevantes públicamente por tratarse de secretarías de Estado en los dos primeros casos y la embajada de México ante el Vaticano en el otro.

Hace cuatro meses, la victoria de Manuel Espino como presidente del PAN provocó estupor prácticamente en todos los ámbitos, salvo en uno muy específico: en la Organización Nacional del Yunque, a la que pertenecen todos estos personajes, más otro muy prominente: el poderoso consejero de Fox, Ramón Muñoz Gutiérrez, a quien sólo los despistados veían fuera de las penumbras palaciegas para someterse al escrutinio al frente de una secretaría.

Está muy claro: el Yunque, esta organización secreta de extrema derecha que por su fanatismo tiene un voluminoso expediente de violencia, es el que gobierna México.

Clave en esta trama es, por supuesto, Marta Sahagún, quien, según informantes dentro de la organización secreta, habría sido iniciada ya en El Yunque una vez que virtualmente quedó purificada tras su divorcio religioso de Manuel Bibriesca y por cuya divulgación de los detalles de este episodio ha echado mano de las instituciones del Estado para demandar, por daño moral, al semanario Proceso y a la reportera argentina Oiga Wornat.

Hay que recordar que Sahagún tiene como asesor de cabecera desde Guanajuato a Guillermo Velasco Arzac, Jenofonte, cuyo hijo, Guillermo Velasco Barrera, forma parte de su corte a través de la dirección de Relaciones Públicas. El esquema es claro: el Yunque controla al PAN desde la presidencia de este partido con Manuel Espino y con la mayoría de los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), de la Comisión de Orden y el Consejo Nacional, así como las presidencias estatales y municipales.

La organización secreta ha tomado el control, además, de la política interna a través de Abascal; la política laboral con Salazar Sáenz, cuyo seudónimo es Capablanca; la política social mediante Josefina Vázquez Mota y el subsecretario Antonio Sánchez Díaz de Rivera; la política asistencial, con Ana Teresa Aranda; la política juvenil a través del Instituto Mexicano de la Juventud, cuyo director es Cristián Castaño, y por supuesto la política informativa del gobierno, con el director de Notimex, Enrique Aranda

A través de las delegaciones federales de dependencias y entidades de la administración pública –¿se acuerdan que fue una de sus principales demandas?–, el Yunque se ha pegado a la ubre del erario al menos para sustituir su incompetencia como empresarios, que también es un mito de la era Fox.

Al diseño de esta estrategia no es ajeno, ni mucho menos, Ramón Muñoz Gutiérrez, Julio Vértiz, quien desde el principio del gobierno incorporó a militantes del Yunque a la nómina federal y quien opera la políticas palaciegas para deshacerse de quienes no son sus cofrades o tontos útiles. Pero también fuera del gobierno y del PAN, y esto no preciso no perderlo de vista, actúan los militantes del Yunque a través de sus numerosos organismos de fachada: pese al descalabro de Jorge Serrano Limón por sus fechorías, el Comité Nacional Pro-vida se mantiene activo; igual que otros organismos censores como Favor de lo Mejor, el movimiento Testimonio y Esperanza, y la Unión Nacional de Padres de Familia, y patronales como la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) con sus ramificaciones, como el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Justicia Penal.

Hay una agrupación política nacional que es preciso no perder de vista: la Coordinadora Ciudadana, que encabeza Velasco Arzac y cuyo padrón para solicitar su registro ante el Instituto Federal Electoral (IFE), en 1996, estaba integrado por militantes del Yunque.

Por eso es importante no menospreciar a esta organización secreta con todas sus expresiones de fachada, que cuenta con miles de militantes a lo largo del país. Desesperados como están por su evidente incompetencia, una de sus características, actuarán de manera facciosa hacia las elecciones del 2006.

Me temo que aún falta lo peor de este gobierno de extrema derecha. Su capacidad de hacer daño es todavía mucha en el año y medio que le queda, sobre todo como reacción desesperada al repudio social que es manifiesto.