Número 11                                              Época IV                                    Mayo 2007


LIBROS

Elecciones y medios masivos

Carola García y Leonardo Figueiras, Medios de comunicación y campañas electorales 1988-2000, Plaza y Valdés-UNAM, México, 2006.

Alejandro Espinosa Yánez *

Comencemos sin apartarnos de la costumbre: el trabajo que firman Carola García y Leonardo Figueiras, Medios de comunicación y campañas electorales 1988-2000, pone sobre la mesa un texto amplio en el recorrido histórico que aborda, así como ampliamentefundamentado, pertinente, con una revisión detallada de lo que se proponen dar cuenta los autores. En ese sentido los felicito: tener la cabeza fría para seguir la historia grave y dolorosa que ponen frente a nuestros ojos no es una tarea sencilla y requiere, además, de un buen estómago. Lo que nos presentan, asimismo, nos permite releer un trozo de la historia mexicana que hasta ahora, como se anunciaba en una estación de radio, pareciera que ha llegado para quedarse.

Un segundo reconocimiento: la importancia de este tipo de eventos para la vida pública, el debate y el encontrar horizontes para nuestra acción social. Felicito, así, a los organizadores del evento.

Pasemos al libro que nos convoca. Para los que pintamos canas, se trata de un periodo vivido en carne propia: la llegada fraudulenta de Salinas a la presidencia; la recomposición del bloque histórico, en la cual juegan un papel importante algunos de los aliados coyunturales del neocardenismo; la muerte de Clouthier y el asalto a la dirección política del PAN; la recomposición del PRI y la derrota de Cárdenas. En este contexto destaca la respuesta social frente a la inefable voluntad presidencial. La crítica a los medios será una tarea social presente en este periodo.

No obstante, los medios se inclinarán por el voto del miedo y las viejas formas de hacer política, transitando poco a poco hacia “la política como espectáculo”. Comparto una sensación desde que abrí el libro de Carola y Leo, y que fue confirmándose hoja a hoja, al avanzar en todos sus detalles, al menos en mi caso así ocurrió, en trayectorias del pasado al presente y del presente al pasado, es decir fronteras aún difusas en nuestra circunstancia contemporánea. En esas estaba pues me vino a la memoria la alusión de Marx en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal [en nuestro caso, doméstica, AE] aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”.

En palabras de León Felipe se aludiría a las mismas guerras, los mismos tiranos y los mismos poetas. Me explico: el trabajo que comentamos trae a la escena un conjunto de hechos y personajes que ahora aparecen de nueva cuenta en el escenario, mejor dicho, jamás se fueron: López Obrador (la demanda del voto por voto) por Cárdenas (creímos que “las trampas podrían ser superadas por los votos”); Juan Molinar Horcasitas, señalando que los votos no se cuentan sino se negocian, afirmación hecha hace varios años, y en nuestros días convirtiéndose en cómplice de la negociación, negándose a contar los votos. El Pemexgate y los Amigos de Fox en el 2000, y de nueva cuenta los Amigos de Fox, 2006, ahora con demandas millonarias de los abogados, por cierto nada amigos. Hablar así de los operativos de Estado, recurrentes y significativos, no es una broma, y coincido con los autores.

Hay un aspecto clave, cuando se señala que “las relaciones entre Estado y sociedad se habían deteriorado a tal punto que se percibían fracturas visibles y contundentes, y que en este proceso los medios de comunicación asumieron su lugar entre los aparatos de hegemonía”. Los puntos de quiebres son explicados, y ponen de relieve el lugar que ocupan los medios en la vida moderna: la noticia como mercancía, la importancia de las encuestas, la importancia de los debates. Se trata de aspectos novedosos en la vida política de nuestro país. En Estados Unidos, la tv tendría un impacto decisivo en la derrota de Nixon frente a Kennedy. Mucho años después, en nuestra experiencia vernácula, el debate en tv tendrá efectos fundamentales: Diego Fernández de Cevallos, ese cura de pueblo investido de líder, como ganador; la historia se repite con Fox, en ese cuadro de tragedias y farsas descrito.

No se aparta de la historia de los medios el papel del capital. Por ejemplo, lo encarna Vicente Gutiérrez Camposeco, ex presidente de la Canacintra, cuando como pionero inducía a los empresarios de Canacintra a inducir a su vez a los trabajadores para votar por cierta opción. ¿Es que acaso vivimos algo así hace poco tiempo? Si tienen un Jumex por ahí para mitigar la sed, y una rebanada de pan Bimbo para el hambre, se los agradeceré.

Es un argumento poderoso el de que en la franja de 1988 al 2000, de que “la televisión mostró que había adquirido un poder simbólico importante en la vida política, y que sin ella los candidatos ya no podrían fácilmente ganar una elección”. Por eso aceptamos lo que señalan nuestros autores: México cambió, aunque los procesos de dominación siguen manteniendo a la gran mayoría como espectadores. Y ahí el argumento de que “la información es una cuestión de poder, cuyo interés es controlar la visibilidad informativa en la sociedad contemporánea” (Introducción, 20) es central.

Cómo lo logra: por ejemplo, haciendo que la política se presente como un espectáculo al que acuden los ciudadanos como espectadores. No se trata de un hecho inocente ni ahistórico: la pretensión es constituir este mecanismo en un proceso de inculcación ideológica. Así como los niños en la escuela aprenden las operaciones básicas, y al mismo tiempo a comportarse bien (en orden y con limpieza), lo cual hace de las escuela un espacio de inculcación ideológica (retomo a Baudelot y Establet y a Bowles y Gintis para hablar de esto), de la misma manera los medios al mezclar una nota política de primer orden, con los goles del Kikín (por traer a un deportista como esos que apoyaban a Salinas), neutralizan las diferencias y las sorpresas, contribuyendo en la inculcación ideológica que define lo pertinente, lo que merece la pena, lo que debe atenderse.

Estoy aludiendo a la disciplina, reafirmando que no es para nada un asunto de poca importancia En un nivel aún más abstracto destaca la reflexión de Gramsci: “Tarea educativa y formativa del estado que tiene siempre la finalidad de crear nuevos y más elevados tipos de civilización, de educar la ‘civilización’ y la moralidad de las vastas masas populares a las necesidades del continuo desarrollo del aparato económico de producción y, por tanto, de elaborar también físicamente los nuevos tipos de humanidad”. No se aparta la televisión de la edificación de esta nueva anatomía política: “el usuario de la televisión que contempla, no participa”.

Entramos a un campo de exploración fascinante, al de la fabricación de hombres, de sujetos sujetados, no transformadores. Vuelvo a acudir a Marx para aproximarme a este asunto: “la dificultad principal no consistía tanto en la invención de un mecanismo automático… La dificultad estribaba sobre todo en la disciplina necesaria para hacer que los operarios renunciasen a sus hábitos irregulares dentro del trabajo y para identificarles con la regularidad invariable del gran autómata. Inventar y poner en vigor un código de disciplina fabril ajustado a las necesidades y a la celeridad del sistema mecánico: he aquí una empresa digna de Hércules” (en Marx, 1974: 116-117). En un filón analítico cercano, Foucault es enfático al señalar: “Una ‘anatomía política’, que es igualmente una ‘mecánica del poder’, está naciendo; define como se puede hacer presa en el cuerpo de los demás, no simplemente para que ellos hagan lo que se desea, sino para que operen como se quiere, con las técnicas, según la rapidez y la eficacia que se determina. La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos dóciles”.

El sujeto es “sujetado”, pues la disciplina constituye una relación de sujeción estricta, al mismo tiempo que es una “anatomía política del detalle”. Desde este ángulo, en la propia creación de la tv hay un supuesto que no se debe desdeñar: la construcción del dispositivo tecnológico supone un sujeto que frente a la tv se presenta como receptor, pasivo, listo para recibir. Además, como plantean Doualas e Isherwood, “…la función esencial del consumo es su capacidad para dar sentido”, lo que implica “interpretar la sensibilidad de ese mundo”, así como reconocer que la “popularidad de la televisión es un buen ejemplo del modelo de enfermedad contagiosa, conocido también como modelo epidemiológico de la difusión de una innovación, según el cual cada familia que obtiene un aparato se hace inmune al mal, pero la sola presencia del electrodoméstico puede transmitir el microbio a otras familias. La gente generalmente compra lo que ve que sus amigos usan y disfrutan. Los contactos sociales no son obra de la casualidad”.

Carola comenta que “La sociedad posee otros mecanismos de interrelación, de información y de comunicación. Pudo observarse la coexistencia de comunicación grupal… junto a los aparatos propagandísticos que cada partido ofrecía de acuerdo a sus intereses y posibilidades”. Esto implica que los medios se vieron rebasados. Es cierto y muy pertinente anotarlo: los medios se ven rebasados, pero la oferta más claramente ligada al bloque histórico dominante gana, mejor aún, se impone. Obliga a pensar en acciones políticas que reconozcan este nuevo terreno de intervención. Creo que aquí se requiere mayor elaboración, incluso para entender la sugerente idea de Leonardo Figueiras cuando apunta un aspecto que merece revisarse con atención: el tránsito de la propaganda política a la mercadotecnia política.

Hay otro aspecto que me movió, y es en relación a si hablamos de medios de comunicación o de difusión. Enrique Guinsberg es enfático cuando habla de medios de difusión, más allá de que las convenciones etiquetan a los medios como de comunicación, con lo cual gana parte de la dominación simbólica el capital al lograr este efecto. Así, nos preguntamos nosotros: ¿Difusión o comunicación?

En la sociedad prevalece la omnipresencia de la racionalidad económica y una visión de la política y la cultura particulares, las cuales debilitan la comunicación en la que estamos pensando. Tomando distancia de un término que se asume sin cuestionarlo, pretendemos aquí señalar que más que comunicación, las prácticas de información dominantes en los medios se circunscriben a la difusión. Se informa, pero pálidamente se pide su opinión, pues realmente no son espacios en general de intercambio, de diálogo, de comunicación: cuando se pide la opinión no es con el fin de modificar políticas o de construir consensos. Somos productos de la disciplina a la que se articulan los propios medios, teniendo como objeto y tecnología de control “educar la ‘civilización’ y la moralidad”, y contribuir así en “los nuevos tipos de humanidad”, como se apuntaba.

Comunicarse es “Estar en relaciones”, dice el diccionario, el mismo que señala que se trata de un “Enlace entre dos puntos”. Gran parte de los problemas, plantea una visión convencional dominante, se deben a problemas de comunicación. Esto ha generado una sobredimensión del problema a la par de tratar de ocultar el relieve del conflicto. Algunos ejemplos: si hay divorcios, es porque faltó el diálogo en la pareja; si hay consumo de drogas, es por problemas de comunicación en las familias; en lo laboral, si hay problemas es por falta de comunicación. Por otra parte, también comunicar se ubica como transmisión, como extensión, lo cual es equivocado, agregará Freire, al tratarse de problemas sustancialmente distintos.

Bajo estas premisas, vale señalar hacia dónde apuntan los esfuerzos en “comunicación”, si consideramos como señalan nuestros autores que sus impactos son multívocos, en lo que hace a la generación de adhesión. Repensando el problema, quizá lo que encontremos sea no el de informar y comunicarse, sino transmitir cosas, difundirlas, aparte de generar una disciplina para escuchar y aceptar como pertinentes e importantes, como temas legítimos de ser discutidos, los que son puestos por los medios para su consumo, como mercancías. Así, alejándonos de las posturas inocentes y neutrales, podemos apreciar la operacionalización de la comunicación realmente existente: 1) se privilegiaba la transmisión, no la comunicación, teniendo el difusor un papel activo (construyendo el escenario y las reglas del juego, planteando los temas, su pertinencia, es decir la forma de mirar); 2) los consumidores, más pasivos que críticos, son los que reciben la información, a lo más emitiendo alguna opinión sobre la información recibida, ninguna otra, por lo que el territorio de intervención se reduce al territorio construido por los medios.

Así, los que informan son los que tienen el conocimiento de las cosas, los que saben, reeditando en este ejercicio de “comunicación” al taylorismo –la separación tajante entre concepción y ejecución. Por lo recabado, no es posible afirmar que se trataba de comunicación – en la que destaca la reciprocidad, no hay sujetos pasivos, los contenidos no implican lo mismo para los sujetos y por ello se manifiesta el diálogo-, sí de difusión -prolongación de valores, adaptación, domesticación, unos son los que saben, por eso informan, otros los que no saben, por eso reciben.

Revisar el trabajo de Carola García y Leonardo Figueiras es un buen pretexto para mirar nuestra historia reciente y ver el futuro que nos aguarda. Creo, sin embargo, y sin el ánimo de demeritar el esfuerzo de los autores, que pesa mucho el estilo de investigación historiográfico. Destaca la epopeya, lo extraordinario, el relieve de las élites y los líderes. La política se recorta en ese plano. Es un recorte intencional de esa realidad. Por eso no se puede afirmar que no existan las circunstancias que describen los autores, y que es necesario revisar una y otra vez para encontrar explicaciones a nuestro presente. Lo que quiero decir es que al lado de esta historia, en circunstancias ordinarias, hay otras historias que deben articularse para tener un plano complejo de la realidad.

Por ejemplo, los procesos de reestructuración productiva y la reconfiguración de la dominación del capital en la sociedad mexicana es un hecho presente, a costa de la derrota obrera o de procesos de negociación que dejaron heridas; seguimos con altas tasas de analfabetismo, la cercanía con la cultura se ha ensanchado. Hacer una huelga hoy día es bastante más difícil, al menos por el número de emplazamientos que se tienen que realizar para hacer una huelga.

 

Periodos

Años

Emplazamiento

Huelgas

Estimado de # de
emplazamientos para
hacer una huelga

Primer periodo

1989

6,806

118

58

1990

6,395

150

43

1991

7,006

136

52

1992

6,814

156

44

1993

7,531

155

49

1994

7,490

116

65

1995

7,676

96

80

Segundo periodo

1996

7,621

51

149

1997

8,047

39

206

1998

7,352

33

223

1999

7,972

32

249

2000

8,282

26

319

Tercer periodo

2001

6,821

35

195

2002

6,042

45

134

2003

5,909

44

134

2004 p/

6,122

38

161

Así como en la clase obrera la lectura de la no huelga no debe implicar que no hay conflicto, en la historia social hay otras expresiones del conflicto que desde el campo de las ciencias sociales debemos indagar. Incluso, hacer una revisión de nuestros conceptos para ver si proceden a lo que queremos discutir o son parte de esquemas teóricos que no nos ayudan a explicar la realidad, y que obligan a una crítica epistemológica en parte de nuestros paradigmas teóricos.

Pienso en el concepto de dominación, como capacidad de generar obediencia. Lo articulo con la disciplina, arrastrando a Foucault a nuestra discusión: ya no se alude al sometimiento corporal sino al sometimiento del alma, incluso al autocontrol. Los medios han contribuido en esto, lo que implica meter a los medios en la discusión teórica sobre lo que ubica Dahrendorf como “problema de la integración” y, al mismo tiempo, en el lugar que ocupan en la formulación de la teoría del conflicto.

Concluyo con tres invitaciones: 1) a comprar el libro que hoy nos reúne; 2) a leerlo; 3 ) a utilizarlo para explicar nuestra realidad, al menos una parte importante de ella. Una tarea pendiente es la necesidad de hacer trabajo paralelos que permitan reconstruir el mapa de una realidad que está articulada, aunque nuestros esfuerzos por aprehenderla la fragmentan. Es una tarea política y teórica. Muchas gracias, y de nuevo felicidades a los autores y a los organizadores.

* Participación en la presentación del libro Medios de comunicación y campañas electorales 1988-2000, deCarola García y Leonardo Figueiras, editado porPlaza y Valdés-UNAM, México, 2006, en las Jornadas de la Resistencia Civil, en Tlalpan.


El Yunque: la ultraderecha en el poder

Los jóvenes colocaron, a los costados de la mesa, dos banderas: la nacional y otra de entorno rojo y fondo blanco, en cuyo centro se dibuja una “Y” mayúscula con una cruz atravesada… el adulto dio un grito que arrancó la ceremonia del Centro “Santo Tomás de Aquino” de la región de Cristo Rey: -¡Dios, Patria, Organización!- a cuya exclamación siguió una repetición en coro.

Solemne la consulta al grupo, aprobados los requisitos de su ingreso, el “padrino” fue por el muchacho… El adulto le explicó los fines de la Organización… y el significado de los colores… -¿Estás dispuesto a cumplir con los ideales de nuestra organización y aceptar sus principios de primordialidad, reserva y disciplina?... ante el crucifijo y la Biblia… -Si eres leal en los principios encontrarás en nosotros amigos y hermanos; si no, seremos jueces implacables. (pp. 16 y 17)

Jesús Sánchez

Egresado de la UNAM en la carrera de periodismo, Alvaro Delgado nos presenta con un lenguaje sencillo su texto síntesis de una rigurosa investigación documental, para hilar y entretejer los hechos, elementos constitutivos, origen y la proyección que en el mundo de la política nacional ha podido desarrollar la Organización Nacional el Yunque.

Editado por Plaza Janés no sólo logra ser publicado sino, además, lograr su quinta edición en el mismo año 2003, lo cual habla de su importancia como libro de consulta obligada sobre el tema, así como de su actualidad para identificar raíces de una concepción particular de quienes han estado involucrados en una organización donde “Los jóvenes que, desde la década de los cincuenta, fueron reclutados y adiestrados en técnicas de combate y uso de armas, en un contexto antidemocrático y de confrontación ideológica, conforman –hoy como adultos- la nueva clase política de un país que se supone democrático y plural” (p. 28), y donde por declaraciones propias y documentadas por parte de Pedro Luis López Solorio (alias Cornelio Laurens) ante la entonces Dirección Federal de Seguridad, confesó ser integrante y que “…El Yunque es una organización a nivel nacional que a través de infiltraciones, principalmente en el sector estudiantil, controla al MURO y que de igual forma clandestina maneja a la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos, quienes al continuar con sus actividades normales pueden trabajar de una manera clandestina” (p. 138).

De principio hasta el fin del texto, el desfile de nombres se documenta no sólo en lo que respecta a sus fundadores teórico-prácticos(Manuel Díaz Cid y Ramón Plata Moreno), en la ciudad de Puebla, en sus enclaves o germineros posteriores donde ligarían su organicidad con otros estados de presencia cristera y sinarquista de los finales de los años 20 y principios de los 30: El Bajío, Jalisco, Michoacán, Zacatecas, Baja California, etc., sino también, por las implicaciones prácticas que se derivan a partir de la alternancia en la presidencia desde el 2000 por parte del grupo panista de Guanajuato: “De hecho Guanajuato ha sido y es el gran semillero de la Organización… y ha colocado numerosos cuadros en el PAN y en el Gobierno Federal, que encabeza Fox… empezando por el presidente de ese partido…” (p155); Carlos Abascal Carranza, Gerardo Mosqueda Martínez, Jesús Gómez Espejel, Alfredo Anda Páez. “Además de discípulos como Bravo Mena y (Ramón) Muñoz Gutiérrez, (Federico) Müggemburg (Rodríguez), Díaz Cid y Velasco Arzac, tienen muchos otros, algunos de los cuales dictan conferencias de manera conjunta y sus principales clientes son gobiernos panistas y empresarios interesados en ‘análisis político’.

“El nombre del Yunque se debe a que sus integrantes tienen que ser como el yunque… por más que se les pegue” (p. 33). Crearon una estructura difícil de desarticular: “era una pirámide invertida en donde la dirigencia nacional estaba hasta la punta inferior… ninguna decisión se puede tomar sin el consentimiento del jefe superior… totalmente secreta, y ‘combativa-formadora de cuadros políticos’… en la superficie de la estructura se estimulaba la creación de grupos ‘externos’ o ‘de control’, que eran células dedicadas a contactar jóvenes católicos y anticomunistas, proclives al adoctrinamiento y aspirantes… de ‘filtros’… preorganizaciones” (p 35).

Definidos para combatir en México la “conspiración judeo-masónica-comunista”, el objetivo que se propusieron fue consumar la “Causa” en México: ordenar el Estado para instaurar la ‘Ciudad de Dios’ conforme al Evangelio”, construyeron “organismos de camuflaje con tareas de aliento a la participación cívica, dentro del proyecto de ‘vertebración social’ impulsado por la Coparmex: Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC) Asociación Nacional Cívica Femenina (Ancifem), el Frente Universitario Anticomunista (FUA-1955) en Puebla, el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO-1961) en la UNAM, Sociedad Cruzados de Cristo Rey (1972), Comité Nacional Provida” (4 de Oct de 1974 y formalmente en 1978) (p. 24). Vanguardia de Reivindicación Patriotica, Comisión Mexicana de Derechos Humanos (CMDH), la UPAEP, “A favor de lo mejor” y han infiltrado foros como “Atalaya”, “México en la libertad”, México Unido contra la delincuencia, u organismos como la Asociación Nacional de Padres de Familia (ANPF), el Partido Acción Nacional (PAN), así como puestos clave en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS), la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), Concanaco, la Presidencia de la República e incluso el Episcopado Mexicano y el Vaticano.

Para mostrar la infiltración gradual para lograr el dominio de una institución se describen casos como los desarrollados en instancias públicas (asesores, voceros, delegados regionales del ISSSTE, STyPS, SEDESO, PGR, iniciativa privada, etc.); el caso de la UNPF, donde, mediante maniobras e incluso el fraude en la elección del 19 y 20 junio de 1975, impusieron su mesa directiva en el Local del Instituto Renacimiento, de la ciudad de México, y el caso del propio PAN. Para quienes no conocemos el desarrollo o particularidades de la dirección política de un partido pluriclasista como Acción Nacional, al menos en sus orígenes como proyecto político, se ilustra “el asalto al PAN” por parte de los llamados neopanistas una vez que el PDM perdiera el registro oficial como partido político nacional:

“El historiador del pan Luis Calderón Hinojosa, (padre del actual precandidato Felipe Calderón) había renunciado en 1981… no tenía ninguna duda: el PAN era muy distinto al que imaginó Gómez Morin, que incluso originalmente era de ‘centro-izquierda’… Ahora se pretende convertirlo en un partido de una sola clase: la empresarial… (Proceso 1984)… La crisis que deriva de la sucia elección del 6 de julio y la respuesta colaboracionista de la dirigencia encabezada por Luis H. Álvarez ante el nuevo gobierno de Carlos Salinas afianzaría al sector ultraderechista incrustado en el PAN, que arrancó al nuevo jefe del Ejecutivo importantes concesiones… (durante) los setenta y ochenta, Madero, Conchello y González Schmall, eran los tradicionalistas custodios de la identidad partidaria, agrupados en el Foro Doctrinario y Democrático” (FDD) (p. 175).

La confrontación FDD-Yunque obligó a Conchello renunciar a ser candidato en 1991 y el 7 de octubre de 1992 Pablo E. Madero renuncia al PAN con el grupo inconforme con la línea “progobiernista” (Coparmex, DHIAC, Ancifem “además de otras de corte misterioso, secreto, como el MURO)”. Para el Yunque, Castillo Peraza no era, desde los sesenta, un personaje de fiar por su simpatía con la democracia cristiana… concluyen que la democracia cristiana sirvió de ariete para la penetración de la iglesia en mancuerna con la Teología de la Liberación, luego de la “traición” que cometieron muchos sacerdotes en el Concilio Vaticano II” (p. 179 ) y por si fuera poco: “Los integrantes del CEN forman parte, en su mayoría, de la Organización Nacional el Yunque” (p. 184) “…su predominio… en el PAN incluye el control de las instancias disciplinarias, mediante las cuales se sanciona a quienes disienten. Algunos yunques son: Luis Pazos, Héctor Taylor, Ricardo Torres Origel, Raúl Ramírez Ávila, Eduardo Rivera Pérez, José Luis Novales Arellano y Rodolfo Ocampo Velásquez”. (p. 186-187).

El libro cuenta con un prólogo breve y sustancioso que Julio Scherer García hace de la obra, y cuenta con una introducción que reconoce “las contribuciones desde el liberalismo y la izquierda… inobjetables (para la construcción de una nación), pero también la derecha ha empujado esta evolución hacia el respeto del otro…”, recordando los planos distintos y simultáneos para el análisis serio, documentado y sin maniqueísmos a la hora de acercarnos a la descripción de una realidad específica. Y aunque la obra no pretenda abordar la “transición democrática”, en una ocasión señalada en la misma introducción, tan anunciada en la retórica de cierta clase política nacional, debemos también reconocer que es un concepto medianamente clarificado en el amplio espectro nacional; y pendiente para demostrarlo, en la presente coyuntura, ayudados mediante las denuncias ya hechas al caracterizar como “traidor a la democracia” a Vicente Fox por su abierta e ilegal intervención en el proceso federal electoral pasado.

Mientras tanto, la supuesta “transición” y la alternancia partidaria como realidad en la administración pública tiene muchos pendientes ante la labor de clarificar, para lo que es útil este texto que logra demostrar la hipótesis de que el 2 de julio del 2000 se materializó en una mayoría de votos, un proyecto político surgido decenios atrás, con raíces ideológicas en la ultraderecha mexicana, y a lo que se suma una tarea adicional: la pretensión de un presidente ilegítimo, egresado de la Escuela Libre de Derecho, por querer desmantelar la educación pública y la UNAM, particularmente, mediante los sectores reaccionarios que aún tienen planes para incidir en su reacuerpamiento y eminente participación en el proceso de elección del Rector del próximo periodo.

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